Lucía Cecilia Mercado/ DIRECCIÓN GENERAL DE COMUNICACIÓN
Hace tiempo que me preocupa mucho la idea de qué puedo aportar a mi entorno en mi día a día. Desde el punto de vista personal, intento hacer cada jornada algo que haga más feliz a las personas con las que interactúo, y desde el punto de vista profesional, intento superarme en mi trabajo.
Y ¿respecto a lo que me rodea? ¿Cómo contribuir a causar el menor impacto posible en la tierra? Está claro, que, como decía Marie Curie, “nadie puede construir un mundo mejor sin mejorar a las personas. Cada uno debe trabajar para su propia mejora” o, en palabras de Víctor Hugo,“produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla pero el género humano no la escucha”. Estas frases golpean mi conciencia día a día. Por ello, hace tiempo decidí que tenía que pasar a la acción.
Me siento especialmente orgullosa de trabajar para un grupo en el que la sostenibilidad es un eje fundamental de su estrategia de negocio. Por ello, creo que es totalmente razonable, que el construir un mundo mejor, no sólo esté en manos de colectividades o empresas, sino también en la de cada uno, como dice la frase de mi científica favorita.
Así que, tras hacer una pequeña inversión inicial, decidí que mi contribución al medioambiente iba a ir más allá de reciclar cada envase en el contenedor correcto.
Para hacer un resumen de las mejoras que decidí introducir en mi casa, y poco a poco, en mi familia, aunque algunas les cuesta, voy a contarte cuales han pasado a ser objetos cotidianos de uso dentro de mi vida.
Si sigo una secuencia lógica del día a día, para la ducha, me he pasado a los jabones sólidos. Duran mucho, y no implican comprar envase. Me lavo el cuerpo y el pelo con este tipo de jabones.
Cuando preparo el desayuno de mis hijos, utilizo papel envoltorio de cera abeja para sus meriendas. El papel de aluminio pasó a la historia en mi casa, aunque sigo teniendo un rollo de alumInio reciclado para casos imprescindibles.
Los tupper de plástico de varios usos, la mayoría, los he tirado, pero sigo conservando los más nuevos. De momento, me he comprado envases de silicona flexibles para ir renovando, para guardar alimentos empezados o que quiera sacar fuera de casa (frutas, bocadillos, queso, etc).
Productos en la cocina y en el baño
Por cierto, las pajitas de plástico, platos de plástico, cuchillos., etc, no entran en casa. Utilizamos siempre pajitas de metal o pajitas de cristal. Cuando queremos tapar recipientes con comida sobrante, utilizamos tapas de silicona ajustables.
Los dientes, me los lavo siempre con cepillo de bambú, y pasta de dientes en polvo, que dura más y contamina menos. También utilizo pasta de dientes con ingredientes de origen vegetal, así como hilo dental con xilitol natural. Por cierto, un buen colutorio es el oil pulling, totalmente natural, hecho con aceite de coco habitualmente, y que contamina menos, y hace menos daño a los dientes que los colutorios habituales. En cuanto al desodorante, utilizo uno de piedra de alumbre.
En higiene íntima, las compresas también pasaron a la historia. Ahora utilizo de tela (y las lavo como lo hacían las abuelas,) y la copa menstrual.
Por la noche, me desmaquillo con discos de tela. Se pueden lavar en la lavadora sin problema y tienen muchos usos.
En mi trabajo, siempre intento llevar mi propio tupper para la comida sobrante, para evitar el uso de tupper de plástico. Aunque me alegra ver que alguna vez que se me ha olvidado, Deliquo ya utiliza tupper de papel.
Ya en casa, para la limpieza del día a día, tengo bayetas de bambú, que además, se pueden lavar en la lavadora. Y los guantes y estropajo son de material reciclado.
En fin, podría seguir escribiendo de sostenibilidad en mi día a día, pero el texto se haría muy largo. Y todavía me queda mucho camino de mejora. En este camino, no sólo entra en juego el reciclaje, sino también la reutilización o reuso, diría yo. Y la compra en establecimientos como Unpacked, donde puedes comprar muchos productos a granel, o Humana, son habituales en mi vida.
A pesar de todo esto, todavía me quedan cambios de mayor envergadura, que en cuanto mi economía me lo permita, los llevaré a cabo: contratar energía para mi casa sólo de fuentes renovables, comprarme un coche eléctrico,…
Con el tiempo, estoy segura, serán realidades en mi día a día.