ISABEL RUBIO ARROYO | Tungsteno
Controlar las nubes para hacer que llueva en pleno desierto. Aunque pueda sonar a ciencia ficción, es el ambicioso objetivo que ha conseguido este año Emiratos Árabes. A través de drones y descargas eléctricas, han creado lluvia artificial para desencadenar precipitaciones. Pero no es el único país interesado en modificar el tiempo. Mientras que múltiples potencias llevan décadas probando técnicas para conseguirlo, China pretende controlar en 2025 cuándo llueve en la mitad del país.
El gran desafío de combatir la sequía con lluvia artificial
En la actualidad más de 50 países llevan a cabo actividades para modificar de forma artificial el tiempo, según la Agencia Estatal de Meteorología de España. Con ellas pretenden reducir el tamaño del granizo y los daños ocasionados, dispersar la niebla o incrementar las precipitaciones entre un 10% y un 20%. Este último objetivo puede resultar especialmente útil para sectores como el agrícola teniendo en cuenta que las sequías globales se han vuelto más comunes en las últimas décadas debido al cambio climático.
“Los diferentes escenarios de cambio climático conducen a un aumento general de la duración e intensidad de las sequías tanto meteorológicas como hidrológicas, por los efectos combinados de la reducción de las precipitaciones y el incremento de la evapotranspiración”, explica el director del Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente de la Universidad Politécnica de Valencia, Manuel Pulido.
Las sequías globales se han vuelto más comunes en las últimas décadas debido al cambio climático. Crédito: Pixabay.
Con el fin de combatir la sequía, Emiratos Árabes lleva años probando diferentes métodos para que llueva. Sólo en los seis primeros meses de este año ha realizado 219 operaciones para crear lluvia artificial. El secreto para conseguirlo está en la siembra artificial de nubes. Este proceso consiste en hacer que las nubes ya existentes descarguen todo el agua posible independientemente de las condiciones del entorno.
Pese a las décadas de investigación sobre este tipo de técnicas, un profundo escepticismo rodea todavía a la siembra de nubes. Esto se debe, en parte, a la dificultad de verificar la eficacia de la técnica y de establecer una relación causal dada la complejidad y variabilidad de los sistemas meteorológicos. Hay que tener en cuenta que ninguna nube es igual que otra y hay muchos factores que pueden influir en el desarrollo de las precipitaciones.
Drones que liberan cargas eléctricas en las nubes
Con una red de radares y estaciones meteorológicas, en Emiratos Árabes se monitoriza la atmósfera del país las 24 horas del día. Todos estos datos son analizados para determinar si las condiciones permiten sembrar las nubes. Aunque normalmente se cargan las nubes de sal para que se formen las gotas de lluvia, la última táctica de este país —cuyas temperaturas alcanzan los 40°C— resulta de lo más original: consiste en utilizar drones capaces de liberar cargas eléctricas que agrupen las gotas de agua de las nubes para que caigan en forma de aguacero.
La liberación de carga artificial es una técnica de geoingeniería con potencial para modificar la lluvia. Las nubes portan cargas positivas y negativas. Un artículo publicado en Journal of Atmospheric and Oceanic Technology indica que si se libera una carga en las gotas, su comportamiento cambia, lo que puede influir en su colisión, evaporación y deposición. Esto es precisamente lo que, en teoría, ha ocurrido en Emiratos Árabes.
Los drones han emitido pulsos de electricidad a las nubes para que las gotas de agua que hay en ellas se peguen “como el cabello seco en un peine”, según Maarten Ambaum, que ha trabajado en el proyecto. Este profesor indica que “cuando las gotas se fusionan y son lo suficientemente grandes, caen como lluvia”. “Es probable que la carga de gotas de nubes por sí sola no reemplace las técnicas de siembra de nubes establecidas, pero podría funcionar junto con las técnicas existentes para maximizar la eficiencia de la siembra de nubes”, afirma Keri Nicoll, coordinadora de la investigación.
Sólo en los seis primeros meses de este año Emiratos Árabes ha realizado 219 operaciones para crear lluvia artificial. Crédito: Pexels.
Décadas de investigación para controlar las precipitaciones
Emiratos Árabes no es el primer país que intenta controlar la meteorología. Muchos otros llevan décadas intentando provocar la lluvia. Los primeros experimentos fueron realizados en 1946 por el químico y meteorólogo estadounidense Vincent J. Schaefer. Desde entonces la siembra de nubes se ha realizado desde aviones, cohetes e incluso cañones. Entre las sustancias que se han utilizado para este proceso, destacan el el dióxido de carbono sólido (hielo seco) y el yoduro de plata.
Por ejemplo, en los Juegos Olímpicos de 2008 China tenía 30 aviones, 4.000 lanzacohetes y 7.000 armas antiaéreas para detener la lluvia y un año más tarde supuestamente provocó una gran nevada que duró unas 11 horas. Los objetivos del país asiático ahora son aún más ambiciosos: pretende controlar las lluvias y nevadas en un área de 5,5 millones de kilómetros cuadrados. El país tiene en total una superficie de 9,5 millones de kilómetros cuadrados.
La siembra de nubes se ha realizado desde aviones, cohetes e incluso cañones. Crédito: Helal Almansoori.
Tal y como el gobierno chino asegura en un comunicado oficial, controlar las precipitaciones puede ser especialmente útil en el sector agrícola para evitar que se dañen los cultivos. También podría servir para hacer frente a situaciones de emergencia. Por ejemplo, en la lucha contra incendios forestales, en periodos de altas temperaturas o ante sequías inusuales.
Pero, pese al enorme potencial que pueden tener estos métodos, todos ellos tienen sus limitaciones. Además de la escasa evidencia científica que confirme su efectividad, hay que tener en cuenta que no se puede crear lluvia de la nada. Es decir, sin nubes, estas tecnologías son totalmente ineficaces. Y a día de hoy “nadie puede fabricar o disipar una nube”, tal y como indica Roelof Bruintjes, del Centro Nacional de Investigaciones Atmosféricas de EE UU. Por lo tanto, aunque “la siembra de nubes podría ser una herramienta para aumentar los recursos hídricos, no se trata de un mecanismo ‘destructor de sequías’ porque necesitamos nubes”.
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