ISABEL RUBIO ARROYO | Tungsteno
A tan solo 20 kilómetros del centro de París, está ubicado uno de los palacios más grandes e impresionantes del planeta: el Palacio de Versalles. Además de ser la residencia de varios monarcas hasta la Revolución Francesa, tuvo un papel crucial en investigaciones científicas y albergó unos jardines gigantescos e incluso una casa de fieras con todo tipo de animales salvajes.
Un pabellón de caza que se convirtió en un palacio
Los orígenes del Palacio de Versalles se remontan al siglo XVII. “En 1623, Versalles no era más que un pequeño pueblo aislado en medio de marismas, lejos del tumulto de la capital”, afirman desde la web del Palacio de Versalles. Hasta que se convirtió en el pabellón de caza del rey Luis XIII, que ordenó su construcción en 1623. Este edificio, reconstruido entre 1631 y 1634, es el origen del Palacio que sigue en pie en la actualidad.
El pabellón de caza se convirtió progresivamente en un palacio de recreo gracias a las obras ordenadas por Luis XIV. En 1682 empezó a ser la residencia principal de la Corte y del gobierno. En ocasiones, más de 5.000 personas se alojaban en sus gigantescas dependencias. Fue residencia de la monarquía francesa entre los reinados de Luis XIV y Luis XVI, como destaca la UNESCO: “Embellecido por sucesivas generaciones de arquitectos, escultores, decoradores y paisajistas, fue durante más de un siglo el modelo de palacio real por excelencia en toda Europa”.
El palacio de Versalles es uno de los más grandes del mundo. Crédito: Château de Versailles.
De una casa de fieras a una galería con más de 300 espejos
El Palacio abarca 800 hectáreas. Las distancias eran tales que, por fallo de un arquitecto que no tuvo en cuenta la distancia entre la cocina y las dependencias en las que se servía la comida, a menudo los platos se servían fríos. Por este motivo, Luis XV decidió construir en el siglo XVIII unas cocinas privadas en sus aposentos. Este palacio incluso tuvo espacio para albergar una casa de fieras en la que habitaban animales salvajes de todo el mundo y que inspiró la creación de los zoológicos modernos.
Los jardines de Versalles están entre los más grandes del mundo. Cuentan con 372 estatuas, 55 elementos decorativos acuáticos, 600 fuentes y más de 32 kilómetros de canalizaciones. Hubo una época en que contaban con 400 especies botánicas de todo el mundo, como piñas, vainilla y café. En el siglo XVII, la fragancia de las flores del Trianon era tan intensa que podía llegar a ser molesta para los visitantes que, en ocasiones, se mareaban.
Entre los principales atractivos del palacio, está la Galería de los Espejos, adornada con 357 espejos. En el siglo XVII, los espejos eran considerados un lujo extremadamente caro. Como Venecia ostentaba el monopolio de su fabricación, Francia atrajo a talentosos artesanos venecianos ofreciéndoles la oportunidad de crear piezas únicas para el palacio. La leyenda cuenta que Venecia, celosa de su monopolio y temerosa de que se revelaran sus secretos de producción, controlaba a los maestros espejeros e incluso les prohíbía abandonar la ciudad bajo pena de muerte.
La Galería de los Espejos está adornada con 357 espejos. Crédito: Studio McGraw.
En 1833, Luis Felipe, "rey de los franceses", decidió convertir el palacio en un museo "dedicado a todas las glorias de Francia". A este icónico lugar aún le quedaban por vivir momentos únicos en la historia. Por ejemplo, la Galería de los Espejos fue escenario de momentos tan icónicos como la firma del Tratado de Versalles, que puso fin a la Primera Guerra Mundial en 1919. En 1979 el palacio fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y, en la actualidad, se prepara para ser el escenario de las pruebas hípicas de los Juegos Olímpicos de París de 2024.
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