ISABEL RUBIO ARROYO | Tungsteno
Considerado uno de los palacios más famosos del planeta y rodeada por un una muralla y un foso colosal, la Ciudad Prohibida es una obra maestra de la arquitectura china. Cuenta con 980 edificios —incluyendo palacios, salones de audiencia, templos, jardines y patios— y ocupa 72 hectáreas. Es bastante más grande, por ejemplo, que la Ciudad del Vaticano, con unas 44 hectáreas. Analizamos los entresijos de esta megaestructura situada en el corazón de la ciudad de Pekín.
Caminos de hielo para mover piedras gigantescas
Para levantar este palacio, en el siglo XV y XVI se transportaron piedras gigantescas desde una cantera hasta el corazón de Pekín (unos 70 kilómetros) por caminos resbaladizos de hielo. Así lo indica un documento que tiene 500 años de antigüedad traducido por la Universidad de Ciencia y Tecnología de Beijing y cuyos hallazgos se recogen en una investigación publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). La roca más pesada en aquel entonces pesaba unas 330 toneladas.
El documento en cuestión relata una disputa entre funcionarios imperiales sobre cómo transportar más piedras a la Ciudad Prohibida. Si bien algunos argumentaban que las mulas y los carros eran más baratos, otros consideraban que los hombres y los trineos podían transportar estas costosas piedras de forma segura. Este hallazgo suscita algunas incógnitas y “plantea tremendas preguntas de ingeniería”, como indica a la revista National Geographic el ingeniero de Princeton Howard Stone: “¿Cómo diablos llevaron estas enormes rocas a Beijing?” pregunta.
Los trabajadores aprovecharon los fríos inviernos del norte de China y cavaron pozos cada 500 metros para verter agua sobre el hielo y lubricarlo de modo que fuera más resbaladizo. Stone cuenta que algunas personas han preguntado si los pozos todavía están allí. “Sería interesante buscarlos", sugiere. A Charles Faulkner, un exprofesor del departamento de Antropología de la Universidad de Tennessee que ha fallecido, no le sorprendía que se transportaran estas piedras gigantescas: “Si tienes suficiente gente, suficiente cuerda y suficiente tiempo, puedes mover casi cualquier cosa".
La Ciudad Prohibida está ubicada en el centro de Pekín. Crédito: Patrick Denker / Flickr.
Madera preciosa, oro fino y ladrillos de arcilla
La Ciudad Prohibida fue el hogar de los emperadores de China y sus familias durante las dos últimas dinastías imperiales de China —Ming y Qing—, además del centro ceremonial y político del gobierno chino durante casi 500 años. Su orientación sigue las prácticas del feng shui —un antiguo sistema chino de arreglo y diseño espacial que buscaba armonizar el flujo de energía en un entorno determinado—. Sus edificios más importantes están orientados al sur para honrar al Sol.
Más de un millón de trabajadores y 100.000 artesanos construyeron la Ciudad Prohibida entre 1406 y 1420, incluyendo carpinteros, albañiles, pintores, escultores y expertos en porcelana. Este complejo palaciego está compuesto con materiales de todo el país: madera preciosa de Sichuan, en el suroeste de China; pan de oro fino de Suzhou, cerca de Shanghái; y ladrillos de arcilla de Shandong, en el este del país.
Más de un millón de personas participaron en la construcción de la Ciudad Prohibida. Crédito: Megaprojects.
El nombre de este enigmático palacio se debe a que cuando fue ocupado por primera vez, en 1420, el acceso a la zona estaba prohibido a la mayoría de los súbditos del reino. La Ciudad Prohibida dejó de ser la sede del gobierno imperial Qing con la revolución china de 1911. El complejo se mantuvo en buenas condiciones pese a los estragos de la revolución y la guerra con Japón, que tuvo lugar entre 1937 y 1945.
De hecho, fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1987 y está catalogada por la UNESCO como la mayor colección de estructuras de madera antiguas conservadas en el mundo. Aún hoy, gran parte de este complejo continúa cerrada al público: los visitantes tienen prohibido el acceso a algunas áreas de trabajo, zonas que no han sido reparadas y lugares que se utilizan para almacenar algunas reliquias culturales. Pese a ello, cada año unas 15 millones de personas visitan este gran palacio con el fin de conocer sus tesoros mejor guardados.
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