La Unión Europea quiere fomentar la producción de biogás para sustituir los combustibles fósiles. El biogás es renovable, pero tiene un pequeño hándicap. El biogás se produce a partir de la degradación anaeróbica, sin oxígeno, de los residuos orgánicos. Este proceso origina un coproducto llamado digestato, cuya gestión es complicada.
Actualmente se están estudiando diferentes alternativas para valorizar el digestato para contaminar lo menos posible. No sólo se busca su eliminación, sino convertirlo en un producto útil.
Se puede utilizar como fertilizante, pero es de bajo valor agronómico y, dependiendo de la procedencia, tiene limitaciones en su uso.
Un grupo de investigadores ha descubierto que el digestato puede ayudar a descontaminar el agua, por lo que se crearía la ecuación ideal: reducir un problema medioambiental y encontrar una salida económica sostenible.
Los digestatos pueden transformarse en biocarbón a través de un proceso llamado carbonización hidrotermal. La capacidad de este biocarbón para eliminar contaminantes orgánicos ayuda a limpiar el agua.
En esto consiste el proyecto Upgres, llevado a cabo por un equipo científico del Grupo de Ingeniería Química y Ambiental de la Universidad Rey Juan Carlos, en colaboración con Repsol e Ingelia.
Juan Antonio Melero es Catedrático del Área de Ingeniería Química de la Universidad Rey Juan Carlos e investigador principal del proyecto Upgres en la Universidad. “Mucho de este digestato podría acabar en un vertedero, lo que no es sostenible. Aquí entra Upgres, que ofrece nuevas vías para su valorización”, afirma Juan Antonio.
El proyecto Repower EU, impulsado por la Unión Europea, pretende potenciar la generación de biometano para pasar de los 20.000 millones de metros cúbicos actuales a 35.000 millones en 2030. Se espera que la producción en 2050 sea de 167.000 millones de metros cúbicos, suficientes para cubrir el 60% de la demanda de gas natural de la UE. Pero supondría la generación de 1.700 millones de toneladas de digestato, frente a los 180 millones de la actualidad.
El digestato se transforma en biocarbón (hidrochar en inglés) a través de la carbonización hidrotermal.
La carbonización hidrotermal se realiza entre 180 y 250 ºC, y, al final, se obtiene un carbón de origen biológico. Lo que la naturaleza tarda miles de años en transformar los residuos orgánicos en carbón fósil, estos investigadores lo hacen en cuatro horas.
En el proyecto Upgres consiguen que el carbón que se genere degrade contaminantes de aguas residuales o efluentes industriales.
“En principio, nosotros estamos en investigación básica, lo siguiente sería que si a las empresas les interesa podrían escalarlo a una planta piloto, donde esos digestatos se tratarían en reactores más grandes”, explica Isabel Pariente, profesora titular del área de Ingeniería Química de la Universidad Rey Juan Carlos y responsable de la línea de tratamiento de aguas.
“Este proceso se puede utilizar para aguas de proceso que tengan una concentración elevada de materia orgánica a una temperatura de 200 ºC y 50 bares de presión, habría que estudiar su rentabilidad”, explica Isabel.
Upgres es un proyecto nacional de la Convocatoria de la Agencia Estatal de Investigación de líneas estratégicas de I+D+i. En él participan IMDEA Energía, Repsol e Ingelia, una empresa valenciana dedicada a la carbonización hidrotermal de residuos de origen biológico, además de la Universidad pública Rey Juan Carlos.
El proyecto empezó en noviembre de 2021 y acaba en noviembre de este año.