ISABEL RUBIO ARROYO | Tungsteno
El arquitecto Chris Downey perdió la vista de manera repentina en 2008 tras una operación. Con más de 20 años de experiencia en su profesión, tenía claro que quería seguir trabajando en lo que le apasionaba. Aprendió a leer braille y comenzó a utilizar una impresora de relieve para reproducir e interpretar planos arquitectónicos.
Con motivo del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, que se celebra el 3 de diciembre, investigamos la historia de este icónico arquitecto estadounidense.
El viaje de Downey tras perder la vista
En 2008 Downey fue ingresado en el hospital para someterse a una cirugía en la que le iban a extirpar un tumor cerebral. “La cirugía fue exitosa. Dos días después, mi vista comenzó a fallar. Al tercer día, se había ido”, explicó en una charla TED en 2013. En un primer momento, un cóctel de emociones se apoderó del arquitecto de San Francisco: “Miedo, confusión, vulnerabilidad”.
Pero cuando se paró a pensar se dio cuenta de que tenía mucho por lo que dar gracias. “Pensé en mi padre, que había fallecido por complicaciones de una cirugía cerebral. Él tenía 36. Yo tenía siete años en ese momento. Así que aunque tenía toda la razón para estar temeroso de lo que vendría y no tenía ni idea de todo lo que iba a pasar, estaba vivo. Mi hijo todavía tenía a su padre”, afirmó Downey.
El arquitecto perdió la vista a los 45 años tras ser operado de un tumor cerebral. Crédito: TED.
Sonidos, texturas y olores que definen las ciudades
Downey tuvo siempre en mente que “no era la primera persona en perder la vista”. A nivel mundial, se estima que aproximadamente 2.200 millones de personas viven con alguna forma de deficiencia visual, según la Organización Mundial de la Salud. De ellas, 43 millones son ciegas. Downey salió del hospital con una misión: conseguir la mejor formación tan pronto como fuera posible y reconstruir su vida.
Y lo consiguió. “Como arquitecto, esa yuxtaposición entre mi experiencia con visión y sin ella, de los mismos lugares y ciudades en un período tan corto de tiempo, me brindó todo tipo de maravillosas iluminaciones sobre la naturaleza de la ciudad misma”, explicó.
Los sonidos sutiles, las texturas del suelo percibidas con el bastón, el calor del sol, el viento y los olores se convirtieron en herramientas clave para entender el espacio, moverse y ubicarse. “Empecé a darme cuenta de que mi experiencia como invidente era mucho más multisensorial que lo que lo era mi experiencia como vidente”, explicó.
Downey utiliza el tacto para diseñar espacios accesibles. Crédito: CGTN America.
Leer un plano a través del tacto
Downey apenas tardó 6 meses en volver a trabajar. Descubrió una impresora de relieve, comúnmente utilizada para enseñar braille a niños con discapacidad visual y abrió su propio estudio. La impresora le permitió reproducir planos en un formato accesible para él, lo que le permitió estudiar los detalles del diseño y formar una imagen completa en su mente.
Para poder hacer sus propias contribuciones y revisiones a los planos, encontró una solución en los Wikki Sticks, unas barras de cera flexibles que se pueden moldear y adherir al papel que le permitieron añadir y modificar líneas con facilidad.
Como explica Downey, “leer un plano a través del tacto es muy distinto de observarlo con la vista y, en algunos aspectos, más difícil”: “No ves el todo al instante y luego te pones a entender los detalles; te encuentras primero con el detalle y, a partir de ahí, creas el conjunto”. El arquitecto pudo ver durante 45 años, por lo que asegura que aún puede visualizar el espacio. “Simplemente es cuestión de adentrarme intelectualmente mientras, con los dedos, voy examinándolo y estudiándolo y moviéndome por él”, señala.
En los últimos años, su trabajo se ha centrado en enriquecer el entorno para las personas con discapacidad visual. Entre sus proyectos más destacados, se encuentra el LightHouse (faro, en español) para ciegos y personas con discapacidad visual en San Francisco, California. También ha trabajado como consultor para HOK en el Centro Oftalmológico del Hospital de la Universidad de Duke y ha colaborado en proyectos con compañías como Microsoft. Además, desempeñó un papel clave como consultor en el diseño del Instituto de Rehabilitación y Visión del Centro Médico de la Universidad de Pittsburgh (UPMC).
El LightHouse para ciegos y personas con discapacidad visual en San Francisco. Crédito: Architecture for the blind.
Además de su trabajo como arquitecto, Downey es miembro de la Comisión de California sobre Acceso para Discapacitados y profesor en la Universidad de California en Berkeley. Para él, la arquitectura debe ir más allá de lo visual y abrazar también lo táctil. Si hay algo que tiene claro, es que cada detalle, desde las texturas de las paredes hasta el diseño de los pasamanos, influye en cómo percibimos y nos relacionamos con los lugares que habitamos.
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