ISABEL RUBIO ARROYO | Tungsteno
Vivimos conectados a la red las 24 horas del día. Pese a que todo parece indicar que caminamos hacia un mundo cada vez más inalámbrico, nuestra conexión a Internet depende de miles de kilómetros de cables submarinos que cruzan los océanos de todo el planeta. ¿Cómo funcionan estas infraestructuras y hasta qué punto son importantes para que podamos usar Google, Facebook o WhatsApp en prácticamente cualquier lugar del mundo?
En la actualidad el 98% del tráfico internacional de Internet circula a través de cables submarinos, según indican fuentes de Google Cloud: “Una vasta red que cruza el océano hace posible que podamos compartir, buscar, enviar y recibir información por todo el mundo a la velocidad de la luz”. Estos cables están formados por fibra óptica. Theresa Bobis, Directora Regional de DE-CIX para el Sur de Europa, indica que “no son demasiado gruesos, pero dentro hay centenares de filamentos del grosor de un cabello humano y, por supuesto, están protegidos con capas de diferentes materiales”.
Miles de kilómetros de cables submarinos
Los cables transatlánticos comenzaron a instalarse hace más de 150 años para la red de telégrafos. A finales del siglo XX el despliegue de la fibra óptica supuso una auténtica revolución en la implementación de este tipo de cables. En la actualidad conectan continentes lejanos a lo largo del fondo del océano y están “alrededor de todo el globo”, según Bobis.
En total, “existen más de 420 cables submarinos en todo el mundo de cerca de 1,3 millones de kilómetros”. Algunos mapas interactivos recogen todos los cables submarinos que hay desplegados por el mundo. Es el caso de Submarine Cable Map, un portal que ofrece datos sobre cuándo se empezó a transmitir datos por cada cable, cuál es su longitud o las empresas propietarias.
En todo el mundo hay más de 420 cables submarinos que recorren aproximadamente 1,3 millones de kilómetros. Crédito: Submarine Cable Map.
Solo el sur de Europa cuenta con “conexiones con 45 cables submarinos, 10 de los cuales conectan con España y 9 con Portugal, con otros 6 en proceso de despliegue”, según Bobis. La mitad de estos nuevos cables también llegarán a la península, tal y como indica la experta. Por ejemplo, uno desplegado por Google y llamado Grace Hopper conectará Estados Unidos con Reino Unido y España.
De anclas a terremotos: cómo se averían los cables submarinos
Pese a que estos cables cada vez utilizan tecnologías más modernas y son más resistentes, en ocasiones experimentan averías. La mayoría de los daños a los cables submarinos provienen de actividades humanas como la pesca y el anclaje, según indica TeleGeography, una compañía de consultoría e investigación del mercado de las telecomunicaciones. “Es posible que también hayas escuchado que los tiburones muerden cables, pero este tipo de mordeduras no han provocado un solo fallo en los cables desde 2007”, afirma la empresa.
En los últimos años varios investigadores han tratado de utilizar estos cables submarinos para detectar y predecir terremotos. Pero precisamente los movimientos sísmicos son uno de los principales enemigos de los cables submarinos. Un fuerte terremoto registrado en 2006 en el suroeste de Taiwan rompió ocho cables submarinos afectando a múltiples países asiáticos. Reparar este tipo de cables resulta costoso y laborioso. Cuando se rompen, un operador de telecomunicaciones tiene que encontrar la ubicación de la avería, llevar hasta la superficie la parte dañada y reemplazarla con un nuevo tramo de cable.
El nuevo cable submarino de Google se extenderá entre Estados Unidos, Reino Unido y España. Crédito: Google.
Evitar averías es importante para tener una conexión robusta y fiable en prácticamente cualquier lugar del mundo. Estos cables son, en palabras de Bobis, “imprescindibles” para transmitir grandes cantidades de datos con una latencia muy baja. “En la actualidad, disponer de una red fiable, resistente y de gran capacidad es más importante que nunca, sobre todo porque estamos ante una nueva normalidad digital con la crisis de la COVID-19”, afirman desde Google Cloud.
Pese a que los cables submarinos recorren los océanos, en realidad todas estas conexiones no terminan en las costas, tal y como explica Bobis. Continúan por vía terrestre para enlazar con “los centros de datos, que configuran el espacio físico de alojamiento de los datos, o los puntos de interconexión, que son puntos de convergencia para las redes de contenido, proveedores de servicios de Internet y otras empresas”. Es decir, si bien los cables submarinos “son una parte fundamental, son solo uno de los eslabones del ecosistema de Internet”.
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