El suministro de algunos alimentos pende de un hilo debido a la invasión de Ucrania. Crédito: Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.

Las claves para evitar una crisis alimentaria mundial

La invasión de Ucrania ha ayudado a avivar una crisis alimentaria mundial que podría durar años si no se controla, según Naciones Unidas. Mientras que millones de personas ya sufren sus consecuencias, varias potencias buscan en la tecnología la forma de combatir el hambre que sigue a las guerras.

ISABEL RUBIO ARROYO | Tungsteno

 

La invasión rusa de Ucrania ha puesto al planeta al borde de una crisis alimentaria mundial sin precedentes. La situación, avivada por la pandemia de covid-19, el aumento de los precios de los combustibles y el cambio climático, podría dar lugar “al infierno en la Tierra si no se responde de inmediato”, según David Beasley, director del Programa Mundial de Alimentos es un programa de la Organización de las Naciones Unidas. Analizamos la magnitud real del problema y cómo la tecnología promete ayudar a paliar esta crisis.

Una amenaza al suministro mundial de alimentos

Incluso antes de que empezara la invasión de Ucrania, los precios de alimentos y fertilizantes estaban alcanzando máximos históricos. “Entre 2019 y marzo de 2022, los precios de los cereales aumentaron un 48%, los de los combustibles, un 86% y los de los fertilizantes, un 35%”, explicaban en The Conversation Derek Headey y Kalle Hirvonen, investigadores del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI). Según el Banco Mundial, el 29 de julio de 2022, el índice de precios agrícolas era un 19% más alto que en enero de 2021. Los precios del maíz y el trigo aumentaron un 16% y un 22%, respectivamente, en el mismo periodo.

Ucrania y Rusia producen un total combinado del 14% del trigo del mundo y el 30% de las exportaciones, además del 60% del aceite de girasol, según un editorial publicado en la reputada revista científica Nature. Rusia es artífice además del 13% de los fertilizantes mundiales y el 11% de las exportaciones de petróleo.

La invasión rusa de Ucrania ha puesto al mundo al borde de una crisis alimentaria mundial sin precedentes. Crédito: The Economist.

Impacto catastróficos para los más vulnerables

El suministro de estos y otros productos pende de un hilo debido a la situación en la que se encuentran los agricultores de Ucrania y a las suspensiones de Rusia de exportaciones y fertilizantes. Otros países también se han visto obligados a restringir las exportaciones de alimentos, lo que contribuye a la inflación. Con el respaldo de la ONU, Ucrania y Rusia han llegado a un acuerdo para crear un corredor y así hacer llegar el grano atrapado en Ucrania a los puertos a los mercados globales sin ser atacados por la armada rusa. Los primeros barcos con grano zarparon de los puertos ucranianos del Mar Negro durante la primera semana de agosto.

El impacto de esta crisis puede ser especialmente catastrófico para algunas de las personas más pobres y vulnerables del mundo. Al menos 26 países, entre los que se incluyen Somalia, Senegal y Egipto, dependen de Rusia o Ucrania para obtener entre el 50% y el 100% de su trigo. Los investigadores del IFPRI afirman que, además, los agricultores de muchas partes de África luchan por acceder a los fertilizantes, incluso a precios inflados, debido a problemas de transporte y cambio de divisas. “Si la guerra continúa, muchos países que ya tienen una deuda pandémica podrían verse obligados a pedir prestado más para subsidiar los alimentos básicos, creando más dificultades”, indica el editorial publicado en Nature.

Ucrania y Rusia han intentado llegar a un acuerdo para poner fin al bloqueo de la exportación de cereales ucranios. Crédito: DW News.

Tecnología para paliar la crisis alimentaria

Para paliar la crisis, el Banco Mundial planea invertir 30.000 millones de dólares para fomentar la producción de alimentos y fertilizantes, mejorar los sistemas alimentarios, facilitar el aumento del comercio y apoyar a los hogares y productores vulnerables. En 2021, antes de que se produjera la invasión rusa, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) afirmó que el uso masivo de herramientas tecnológicas puede ayudar a evitar las crisis alimentarias. “Los adelantos en el campo tecnológico y de los datos permiten prever muchas catástrofes antes de que se desaten y causen sufrimiento a las personas”, indicó el organismo.

Ahora múltiples potencias buscan la forma de usar todos los datos de todas estas herramientas tecnológicas para prever e intentar revertir los efectos de la crisis alimentaria. Headey y Hirvonen consideran que “los principales productores de granos deben hacer todo lo posible para aumentar el suministro de alimentos”. Para ello, sugieren resolver los cuellos de botella logísticos, liberar existencias y resistir la tentación de imponer restricciones a la exportación de alimentos.

Los avances tecnológicos prometen ayudar a los agricultores a optimizar sus cosechas y evitar que se produzcan pérdidas de cultivos. Alrededor del 90% de las pérdidas de cultivos se deben a fenómenos meteorológicos y el 25% de esas pérdidas podrían evitarse mediante el uso de modelos predictivos basados ​​en pronósticos meteorológicos en las granjas, según la consultora EOS Intelligence. Además, existen dispositivos que permiten monitorizar constantemente la fertilidad del suelo, las condiciones de temperatura y humedad o el momento óptimo para sembrar y cosechar. También hay aparatos que pueden programar la aplicación de productos químicos en los campos y analizar los requerimientos de riego.

La tecnología puede ayudar a los agricultores a optimizar sus cosechas y evitar que se produzcan pérdidas de cultivos. Crédito: Unsplash.

 

Combatir el hambre que sigue a las guerras

Uno de los desafíos ahora consiste en fijar una hoja de ruta para aumentar la resiliencia de las naciones frente el hambre que sigue a las guerras. Hay quienes consideran que se deben aplicar medidas políticas encaminadas a reducir la dependencia de los países de las importaciones de alimentos. Incluso si eso significa tomar decisiones que pueden perjudicar el medio ambiente. Por ejemplo, según recoge Nature, una alternativa sería la tala de bosques para que se puedan cultivar más cereales y cultivos más cerca de los mercados nacionales.

Por el contrario, otras personas abogan por aprovechar la situación para acelerar la transición hacia un futuro más sostenible. La agricultura intensiva, además de que contribuye a la pérdida de biodiversidad, genera elevadas emisiones de gases de efecto invernadero. Además, un tercio de todos los alimentos producidos a nivel mundial se pierde en la cadena de producción o se desperdicia una vez que llega a los hogares. Algunas tecnologías pueden ayudar a mejorar los métodos de recolección y almacenamiento para reducir estas pérdidas.

Aún hacen falta más investigaciones para determinar el impacto de estas alternativas para combatir el hambre que sigue a las guerras. De momento, millones de personas que viven a kilómetros de distancia de la guerra de Ucrania ya sufren esta crisis de alimentos global. Si el conflicto perdura y no se toman medidas suficientes de forma urgente, las consecuencias pueden ser catastróficas. Algunos economistas calculan que a finales de 2022 podría haber entre 100 y 150 millones de personas más con hambre aguda en el mundo. Tal y como afirma Ertharin Cousin, exdirectora del Programa Mundial de Alimentos de la Organización de las Naciones Unidas, “cada día que pasa, cada temporada de siembra que perdemos, cada oportunidad de trasladar alimentos de una parte del mundo a otra que perdemos, más desafiante se vuelve el problema”.

 

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