ISABEL RUBIO ARROYO | Tungsteno
El factor humano es responsable del 90% de los accidentes en carretera. Pese a que los vehículos autónomos prometen eliminar este tipo de siniestros, también han protagonizado algún accidente mortal. A medida que estos vehículos se convierten en una realidad, garantizar la seguridad es clave para conseguir el visto bueno de la sociedad. Uniendo tecnología predictiva e inteligencia artificial, repasamos dos proyectos europeos que inciden en perfeccionar las dotes de predicción de estos vehículos y en su comportamiento en base a las reacciones de sus conductores.
Uno de los proyectos para lograr que el coche autónomo consiga el visto bueno de la sociedad es SuaaVe. Esta iniciativa europea comenzó en 2019 y se extenderá hasta 2023. Liderada por el Instituto de Biomecánica de Valencia (IBV), tiene como objetivo analizar las necesidades de los conductores, pasajeros y peatones. Un reto especialmente importante teniendo en cuenta que el coche del futuro cada vez está más cerca.
La Sociedad de Ingenieros Automotrices establece seis niveles de conducción para los coches autónomos que van del 0 al 5. Mientras que el nivel cero sería aquel en el que el conductor realiza todas las tareas, el cinco se caracteriza por una automatización completa. Es decir, el conductor no es necesario en ningún caso y el vehículo funciona de forma adecuada en todas las condiciones posibles.
Soltar las manos del volante para disfrutar de una peli en atascos
Desde hace años el soltar las manos del volante ha sido una de las promesas más repetidas y ansiadas por los fabricantes del sector. Al fin se ha hecho realidad. Honda ya vende en Japón el Honda Legend. Se ha convertido así en la primera compañía en conseguir la certificación de nivel 3 de conducción autónoma, según los estándares SAE. En este nivel, al que aspiran otros fabricantes como Audi, Ford o Tesla, el conductor a veces lo es y a veces no.
Es decir, tiene que estar preparado para intervenir si el sistema lo solicita o si se produce cualquier fallo. Una vez que se activa el sistema, el conductor puede ver películas o utilizar la navegación en la pantalla, algo que según la compañía ayuda a mitigar la fatiga y el estrés al conducir en un atasco. Para circular de forma autónoma, el Honda Legend utiliza datos de mapas tridimensionales de alta definición y el sistema global de navegación por satélite. También detecta lo que ocurre alrededor del vehículo gracias a una serie de sensores.
El Honda Legend es el primer coche comercial con nivel 3 de autonomía. Crédito: Honda.
Inteligencia artificial para saber si el conductor está cansado o se marea
Pero el despliegue de este tipo de coches solo será posible si se consigue la aceptación de la sociedad, según subrayan los investigadores de SuaaVe. Hay múltiples factores que influyen en cómo los usuarios perciben estos vehículos. Una encuesta realizada por los expertos del proyecto a casi 3.800 personas de seis países diferentes revela cuáles son las características que les harían más propensos a aceptar estos coches. A los usuarios, les preocupa sobre todo que este medio de transporte sea seguro, útil y respetuoso con el medio ambiente.
Los coches autónomos pueden desempeñar un papel importante para aumentar la seguridad de los viajeros, reducir los atascos, mejorar la movilidad de quienes no pueden conducir y reducir las emisiones de dióxido de carbono. Empresas como Waymo, perteneciente a Google, ya realizan tests con vehículos de nivel 4 y 5 en áreas restringidas. Sus logros resultan prometedores. Tras simular accidentes mortales del mundo real, Waymo ha concluido que sus automóviles automatizados hubieran evitado casi todos los fallecimientos. Pero aún es pronto para que coches con sistemas tan avanzados lleguen al mercado.
Garantizar la seguridad de los vehículos autónomos y conseguir que sean respetuosos con el medio ambiente es clave para conseguir el visto bueno de la sociedad. Crédito: SuaaVe.
Para mejorar la seguridad y perfeccionar el comportamiento del coche según las reacciones de los ocupantes, el IBV utiliza un simulador. El Human Autonomous Vehicle (HAV) permite emular la conducción de vehículos de distintos grados de autonomía y monitorizar, en tiempo real, las emociones y constantes vitales de los ocupantes. Mediante técnicas avanzadas de inteligencia artificial, estos datos permitirían por ejemplo detectar si un conductor está muy cansado o se marea. Porque sí, probablemente en el futuro el estado emocional y físico de una persona pueda alterar las decisiones de un vehículo autónomo.
Perfeccionar las dotes de predicción para que estos vehículos sean aceptados
Los investigadores del proyecto Brave, financiado por la Comisión Europea, también tratan de analizar qué dificultades hay para que este tipo de coches sean aceptados en la sociedad y así crear guías para los fabricantes. Javier Alonso Ruíz, profesor del departamento de automática de la Universidad de Alcalá (UAH) participante en el proyecto, explica que el objetivo es dar respuesta a múltiples preguntas: “Cómo debería ser la transición entre la conducción manual y autónoma, cuánto se debería molestar al conductor si ya está pendiente de la vía, cómo se va a comunicar el vehículo con los peatones… Por ejemplo, cómo les va a decir ‘soy un vehículo autónomo, estoy frenando porque te he visto’ o ‘estoy acelerando, ten cuidado’ ”.
Empresas como Waymo intentan que sus vehículos autónomos puedan anticipar los comportamientos de los distintos usuarios de la vía. Crédito: Waymo.
Los investigadores han creado un sistema para los vehículos autónomos capaz de anticipar las intenciones de los distintos usuarios de la vía. Esta tecnología permite por ejemplo detectar la intención de cambio de carril de otros conductores con una antelación de unos 400 milisegundos con respecto a la capacidad de un conductor humano.
Pero aún habrá que esperar para ver estos avances en el mercado. Rubén Izquierdo, investigador de la UAH que también ha participado en el proyecto, recuerda que “desde que algo que está en estado de investigación pasa a la industria y se transforma en un producto pasan muchos años”. “Para llegar a ver estos productos en vehículos reales quedan al menos cinco años”, señala.
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