ISABEL RUBIO ARROYO | Tungsteno
Los chips son el cerebro de millones de dispositivos electrónicos repartidos por todo el planeta: de móviles a ordenadores pasando por consolas, electrodomésticos e incluso coches. Su demanda se ha disparado con la pandemia. Pero la escasez mundial de semiconductores se ha convertido en un quebradero de cabeza para miles de compañías. Mientras que algunos gigantes tecnológicos se han visto obligados a retrasar lanzamientos de dispositivos, la falta de suministro también ha provocado paros en las plantas de producción de coches.
“Vivimos en un mundo cada vez más digitalizado en el que los chips son absolutamente fundamentales”, nos explica Fernando Suárez, presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Ingeniería en Informática (CCII). Los microchips están en prácticamente todo lo que usamos: “Desde las lavadoras, microondas u hornos a los dispositivos propios de las smart cities que se usan para controlar la iluminación o gestionar los residuos y el tráfico”.
La escasez de chips pone en jaque a la industria tecnológica
Con la pandemia de coronavirus, se ha desatado una crisis mundial de semiconductores sin precedentes. Conseguir una PlayStation 5 resulta casi imposible. Lo mismo ocurre con la Xbox Series X, la alternativa de la competencia. La escasez de consolas es sólo un ejemplo de cómo la falta de chips ha puesto en apuros a toda la industria tecnológica. De hecho, también ha provocado retrasos en la fabricación y el lanzamiento de ordenadores y móviles.
"Hay un serio desequilibrio en la provisión y la demanda de chips en el sector de las tecnologías globalmente", indicó en marzo Koh Dong-jin, director ejecutivo de Samsung en el departamento de móviles, según recoge Financial Times. De hecho, la compañía surcoreana se plantea no lanzar este año su emblemático buque insignia Galaxy Note. Apple estima que podría perder entre 3.000 y 4.000 millones de dólares en ventas este trimestre por la escasez de chips, que utiliza en aparatos como sus iPads y ordenadores Mac.
Los chips son el cerebro de millones de dispositivos electrónicos repartidos por todo el planeta. Crédito: Unsplash.
También se ha visto afectado el sector del automóvil. Algunas multinacionales como General Motors, Ford, Nissan, Honda o Volkswagen se han visto obligadas a reducir turnos e incluso paralizar fábricas enteras. La crisis de los chips costará más de 92.000 millones de euros a las automovilísticas y reducirá la producción mundial en 3,9 millones de vehículos, según un informe de AlixPartners.
La consecuencia de una “tormenta perfecta”
¿Por qué se ha producido una escasez de microchips tan determinante? Antes de la pandemia ya existía un desajuste entre la oferta y la demanda, según Suárez. Pero el auge del teletrabajo y de la telenseñanza aumentó la compra de dispositivos para el hogar “a unos ritmos imprevistos”. Antonio Soto, director de Verne TECH, la división de tecnologías emergentes de la compañía especializada en telecomunicaciones y TIC Grupo Verne, nos explica que se ha dado una “tormenta perfecta de factores que se ha visto incrementada por el mayor uso de tecnología y dispositivos durante la pandemia”.
Pero insiste en que se trata de un problema de fondo: “Es un sector rígido, donde existen muchas empresas diseñando y muy pocas fabricando, puesto que montar una nueva fábrica requiere de una inversión de entre 10.000 y 12.000 millones para una planta de tamaño medio y unos tres años de tiempo”. Los gigantes tecnológicos suelen externalizar la fabricación de componentes, algo que, según Soto, es necesario por economía de escala: “Si la situación continúa como hasta ahora, es muy probable que no se pueda mantener el ritmo de innovación actual, y sea necesario ralentizar la salida al mercado de nuevos modelos”.
Los gigantes tecnológicos suelen externalizar la fabricación de algunos componentes de aparatos como los 'smartphones'. Crédito: Qualcomm.
Además, al inicio de la pandemia disminuyó drásticamente la venta de vehículos. En España la facturación del sector bajó un 13% el año pasado tras la caída de ventas y de producción, según el informe anual 2020 de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones. “La industria automovilística funciona con stocks muy pequeños por lo que, cuando se produjo esta disminución, los pedidos de microchips se redujeron y cuando quisieron aumentarlos se tuvieron que poner otra vez a la cola y esto les penalizó”, explica Suárez.
¿Hay una solución a corto plazo?
Flex, el tercer mayor fabricante del mundo, lanza uno de los peores pronósticos sobre la escasez de chips: augura que la crisis podría extenderse hasta 2023. ¿Es posible evitarlo? ¿Hay alguna solución para frenar tal desabastecimiento? No la hay a corto plazo, según asegura Suárez. En la actualidad Taiwán y Corea del Sur concentran el aproximadamente el 80% del mercado global de fabricación de semiconductores: “Hay una dependencia elevadísima de las fábricas de estos países”, comenta el informático.
Grandes potencias de todo el mundo tratan de revertir la situación. Tanto China como Estados Unidos y Europa “han visto que esta dependencia va en contra de sus planes de progreso y digitalización y están estudiando la posibilidad de crear fabricas”. Soto explica que en China “han visto venir el problema y llevan unos años invirtiendo en el desarrollo de varias fábricas preparadas para crear este tipo de dispositivos”.
En un mundo en el que se necesitan microchips en los aparatos más insospechados, encontrar una solución a esta gran crisis mundial se ha convertido en una de las prioridades de múltiples países. “Seguramente en cuatro o cinco años estas grandes potencias puedan desarrollar sus propios microchips, pero de momento veo complicado que haya una solución a este problema de forma global”, concluye Suárez. Hallar una solución requiere mucho dinero y tiempo, por lo que, al menos a corto plazo, no será fácil.
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