ISABEL RUBIO ARROYO | Tungsteno
En el norte de Camboya, emerge majestuosamente un prodigio arquitectónico: Angkor Wat. Con más de 1.000 edificios y una superficie de 160 hectáreas, se trata de la estructura religiosa más grande del mundo. Fue encargada en el siglo XII por el rey jemer Suryavarman II como un homenaje a los dioses del hinduismo Shiva, Brahma y Vishnu y se levantó en Angkor, una ciudad que por aquel entonces se encontraba entre las más densamente pobladas del mundo, con un millón de habitantes.
Bloques de arenisca transportados por canales
“Construido como una recreación del universo hindú, sus características más llamativas son las cinco torres de piedra arenisca que se elevan sobre los cuatro recintos del templo, representando los picos del monte Meru , el centro del universo”, afirma a The Conversation Alison Kira Carter, profesora asistente de Antropología de la Universidad de Oregón, sobre el templo, que está rodeado por un gran foso.
Para su construcción, se utilizaron bloques de arenisca. Un equipo de investigadores encontró hace una década más de 50 canteras de arenisca en un terraplén en la base del monte Kulen, que se encuentra aproximadamente a 35 kilómetros al noreste de los monumentos de Angkor. Según relatan en una investigación publicada en Journal of Archaeological Science, también identificaron una ruta de canales y ríos interconectados que probablemente se utilizaron para transportar los bloques de arenisca hasta el lugar de construcción.
En la construcción de Angkor Wat, también se usaron ladrillos. El tipo de arcilla que los componían y las condiciones de combustión dan como resultado grandes variaciones de color: blanquecinos, amarillos, rojos, gris o incluso negros. “Los ladrillos se unieron con juntas apretadas durante el proceso de construcción”, indica un documento publicado por la UNESCO y la Autoridad para la protección del sitio y el desarrollo de la región de Angkor y de Siem Riep (APSARA). Estos ladrillos se unieron unos a otros únicamente con “una capa muy delgada de una sustancia aglutinante”.
El rey Suryavarman II encargó la construcción de Angkor Wat en el siglo XII. Crédito: icon0 com.
Una “ciudad hidráulica” en toda regla
A partir de 1950, el arqueólogo francés Bernard Philippe Groslier trató de reconstruir el diseño de las antiguas ciudades de Angkor con imágenes aéreas. De este modo, descubrió la complejidad de su red de gestión del agua —formada por una gran red de canales, diques, fosos y embalses— y bautizó a Angkor como la “ciudad hidráulica”. El sistema hidráulico jugó un papel fundamental en el surgimiento del imperio, ya que garantizaba el suministro de agua durante todo el año para sustentar a la población, la agricultura y la ganadería.
"El sistema hidráulico de Angkor es único debido a su escala", explica a la BBC Dan Penny, investigador del departamento de geociencias de la Universidad de Sydney. Según cuenta, hay muchos ejemplos de ciudades históricas con sistemas de gestión del agua sofisticados, pero “ninguno como este”. Destaca, por ejemplo, la escala de los embalses: “La cantidad de agua que contiene West Baray es increíble. Muchas ciudades europeas podrían haberse sentado cómodamente ahí dentro cuando fue construido. Es alucinante; es un mar".
Angkor Wat destacaba por una red sofisticada de gestión del agua. Crédito: Science Channel.
El declive de Angkor Wat
Pese a que esta red de gestión del agua “fue realmente importante en el crecimiento de la ciudad y generó riqueza y poder”, también tuvo un inconveniente: “A medida que se hizo más y más complejo, se convirtió en el talón de Aquiles de la ciudad". A finales del siglo XIV y principios del XV, se produjeron lluvias monzónicas prolongadas seguidas de intensas sequías. Estos drásticos cambios climáticos afectaron la red de gestión del agua, provocando la destrucción de sus partes, fragmentándola y volviéndola inoperable, según Penny.
En teoría, la presión de las grandes sequías, el colapso del sistema de gestión del agua, los constantes ataques de los siameses y la expansión de las rutas marítimas contribuyeron a la caída de este gran imperio. Estos templos milenarios quedaron entonces escondidos entre la naturaleza hasta que los encontró el explorador francés Henri Mouhot. Tras múltiples trabajos de conservación, Angkor Wat es hoy uno de los santuarios de peregrinación más importantes del sudeste asiático, además de una popular atracción turística.
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