ISABEL RUBIO ARROYO | Tungsteno
Unos 46 metros de altura y 225 toneladas de peso. Son las abrumantes cifras de uno de los regalos más pesados de la historia: la Estatua de la Libertad. El 4 de julio de 1884 Francia dio este monumental obsequio a Estados Unidos para conmemorar el centenario de su independencia. Su diseño y construcción fueron considerados uno de los mayores logros técnicos del siglo XIX. Así dieron forma a la estatua más famosa del planeta, que batió varios récords: de la estructura de hierro más alta jamás construida al mayor uso de cobre en una sola estructura.
Un regalo de 46 metros de altura
Aunque la Estatua de la Libertad se encuentra entre las esculturas más famosas del mundo, la historia de su creación es poco conocida, según recoge el libro Enlightening the World, de la ingeniera Yasmin Sabina Khan. En 1865, Edouard de Laboulaye, un político y jurista francés activista contra la esclavitud, propuso que se construyera una estatua que representara la libertad de Estados Unidos. El objetivo era entregársela a este país como un obsequio en conmemoración del centenario de la independencia estadounidense y para afianzar una alianza entre las dos naciones. Cinco años más tarde, el escultor francés Auguste Bartholdi se puso manos a la obra y comenzó a diseñar la estatua, bautizada como La Libertad iluminando el mundo.
En 1876, un grupo de artesanos franceses comenzó a construir la estatua en Francia bajo la dirección de Bartholdi. Se hizo por partes. Mientras que el brazo que sostiene la antorcha se completó ese mismo año, la cabeza y los hombros se completaron dos años más tarde y se exhibieron en la Exposición Universal de París. Bartholdi y su equipo martillaron aproximadamente 31 toneladas de láminas de cobre en un marco de acero. Toda la estatua se completó y montó en París y, el 4 de julio de 1884, el Día de la Independencia de Estados Unidos, fue entregada al político estadounidense Levi P. Morton.
Un grupo de artesanos franceses construyó la estatua en Francia bajo la dirección de Bartholdi. Crédito: Fundación Ellis Island.
Esta emblemática estructura medía más de 46 metros de altura y pesaba 225 toneladas. Una vez montada en su pedestal actual, alcanza los 93 metros. Su diseño está cargado de simbolismo. Mientras que algunos historiadores vinculan la corona de rayos de la estatua con el sillón del sol naciente que fascinaba a Benjamin Franklin, hay quienes establecen una conexión entre la cadena rota bajo el pie y la abolición de la esclavitud. La estatua representa a una mujer que en su mano derecha sostiene una antorcha que, en teoría, representa la luz que muestra el camino hacia la libertad. Además, en su mano izquierda sujeta una tablilla en la que está inscrita la fecha de la independencia de Estados Unidos, el 4 de julio de 1776.
Rumbo a Nueva York
Mover una estatua de estas dimensiones era un auténtico desafío. Para cruzar el océano Atlántico, se redujo a 350 piezas individuales y se empaquetó en 214 cajas. Fue enviada a bordo del barco de la armada francesa Isère. Al llegar a Estados Unidos, el 17 de junio de 1885, recibió una acogida triunfal por parte de los neoyorquinos. El siguiente paso era montarla en la isla de Bedloe (renombrada como isla de la Libertad en 1956), al sur de la isla de Manhattan y cerca de la isla Ellis, que fue el destino de millones de inmigrantes hasta 1943. Pero, desafortunadamente, el pedestal no estaba acabado y la estructura no se levantó de nuevo hasta 1886.
Un equipo de construcción, formado en su mayoría por nuevos inmigrantes, ensamblaron la estatua a toda velocidad. La primera pieza que montaron fue el armazón de hierro de Alexandre-Gustave Eiffel, ingeniero francés que después fue conocido mundialmente por la construcción de la Torre Eiffel, completada en 1888. Para poner en pie el resto de la estructura no se usaron andamios, sino grúas impulsadas por vapor. La última parte en ser completada fue el rostro de la estatua, que permaneció tapado con una bandera francesa hasta su presentación oficial.
El diseño y la construcción de la Estatua de la Libertad fueron considerados uno de los mayores logros técnicos del siglo XIX. Crédito: Fundación Ellis Island.
La bienvenida a millones de inmigrantes
El momento más esperado llegó el 28 de octubre de 1886. Fue entonces cuando se inauguró oficialmente la estatua de la Libertad que ilumina al mundo. El clima húmedo y nebuloso no impidió que un millón de neoyorquinos acudieran a observar la Estatua de la Libertad, que fue homenajeada con desfiles por tierra y por mar. Cuando Bartholdi retiró la bandera que tapaba el rostro de la estructura, a un estruendo de cañones le acompañaron múltiples aplausos. Desde ese momento, millones de personas han admirado la grandeza de esta estatua.
Un millón de neoyorquinos asistieron a la inauguración de la Estatua de la Libertad, que fue homenajeada con desfiles por tierra y por mar. Crédito: Fundación Ellis Island.
Para evitar los posibles daños causados por la contaminación, el clima severo y un gran número de visitantes, se han realizado varias revisiones y reparaciones periódicas. Por ejemplo, el fleje interior de hierro que sostiene la piel de metal fue reemplazado en 1986 con acero inoxidable que evitará la corrosión. Al estar cubierta de una fina capa de cobre, la estructura ha adquirido un color azulado verdoso por las reacciones químicas del agua con este material. Todas las reparaciones se realizaron con gran fidelidad al diseño y materiales originales. Pero, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, el diseño y el propósito de la estructura se han conservado desde el momento de su construcción.
La Estatua de la Libertad se ha convertido en un icono de Nueva York y en una de las figuras más reconocibles del mundo, además de que ha recibido a millones de inmigrantes que llegan a Estados Unidos. En la base de esta monumental estructura, permanece grabado en una placa de bronce un soneto de la poetisa estadounidense Emma Lazarus: “¡Dadme a vuestros rendidos, a vuestros pobres. Vuestras masas hacinadas anhelando respirar en libertad. El desamparado desecho de vuestras rebosantes playas. Enviadme a estos, los desamparados, sacudidos por las tempestades a mí ¡Yo elevo mi faro detrás de la puerta dorada!".
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