ISABEL RUBIO ARROYO | Tungsteno
Los millones de barcos que surcan a diario los océanos emiten partículas que pueden crear nubes más brillantes capaces de producir un efecto de enfriamiento en la atmósfera y reflejar más luz solar de regreso al espacio. Pero tienen un inconveniente: su enorme impacto ambiental. ¿Sería posible lograr dicho efecto sin liberar simultáneamente tantos gases de efecto invernadero y contaminantes tóxicos? Es el ambicioso objetivo del proyecto Marine Cloud Brightening (MCB).
Agua marina para frenar el cambio climático
El plan de los investigadores pasa por rociar agua de mar desde barcos para después evaluar si las nubes que se forman reflejan más la luz hacia el espacio y, de esta forma, sería posible enfriar el planeta. “Esperamos que el agua rociada se seque instantáneamente en el aire y forme pequeñas partículas de sal, que subirían a la capa de nubes por convección y actuarían como semillas de las gotas de las nubes”, explican los científicos del proyecto en la revista científica IEEE Spectrum.
El objetivo es producir nubes que sean ligeramente más brillantes (entre un 5% y un 10%) y posiblemente más duraderas que las tradicionales, lo que en teoría ayudaría a que reflejaran más luz solar. Cuantificar si las nubes marinas son más o menos reflectantes puede resultar difícil, según Philip Rasch, jefe de ciencias del clima en el Laboratorio Nacional del Noroeste del Pacífico (PNNL). “La pregunta es si estas técnicas se pueden usar para iluminar las nubes lo suficiente como para ser un factor útil para enfriar el planeta”, señala.
Sarah Doherty, científica del Instituto Cooperativo de Estudios Climáticos, Oceánicos y Ecosistémicos de la Universidad de Washington, coincide en que la clave está en si el brillo de las nubes marinas “es una forma factible de frenar el calentamiento global y, si lo hiciera, qué impactos conllevaría”. Combatir el cambio climático es uno de los grandes desafíos del siglo, ya que avanza a un ritmo sin precedentes en milenios, tal y como señala la NASA.
Los investigadores del MCB pretenden averiguar si es posible aumentar la reflectividad de las nubes de manera fiable y predecible. Crédito: WebsEdge Science.
Reflejar la luz solar de vuelta al espacio
Existen otros proyectos que intentan reflejar la luz solar para reducir el calentamiento global. Esta estrategia se denomina intervención climática solar. Mientras que algunos científicos intentan rociar perlas de silicato reflectantes sobre las capas de hielo polar, hay quienes inyectan materiales con propiedades reflectantes —como sulfatos o carbonato de calcio— en la estratosfera. “Ninguno de estos enfoques se conoce bien y todos conllevan riesgos desconocidos potencialmente grandes”, subrayan los investigadores del Marine Cloud Brightening.
Entre las ventajas de este proyecto, destacan la facilidad para conseguir cantidades abundantes de agua de mar de forma gratuita. A ello se suma que la mayoría regresaría de nuevo al océano. Otro punto fuerte de esta técnica es que puede realizarse desde el mar. Por lo tanto, al no depender de aviones, “los costes y las emisiones asociadas serían relativamente bajos”.
Como los efectos de las partículas en las nubes “son temporales y localizados”, los experimentos podrían realizarse en áreas pequeñas y durante períodos de tiempo breves sin perturbar seriamente el medio ambiente. Por ejemplo, se podría rociar agua durante unas pocas horas al día durante varias semanas o meses. Los investigadores también subrayan la posibilidad de detener rápidamente el proyecto y, con ello, sus efectos.
En las imágenes de satélite, algunos océanos están cubiertos por franjas blancas de nubes que corresponden a las rutas de navegación. Crédito: NASA.
Grandes desafíos para analizar la viabilidad
Pese a todas estas ventajas y al posible potencial de esta técnica, aún hay muchos interrogantes sin respuesta y hacen falta múltiples experimentos e investigaciones al respecto. Además de averiguar si es posible aumentar la reflectividad de las nubes de manera fiable y predecible, una de las prioridades es estudiar cualquier posible consecuencia negativa no deseada.
Además, son necesarios más modelos para comprender cómo esta técnica afectaría al tiempo y al clima tanto a nivel local como global. Robert Wood, profesor de ciencias atmosféricas en la Universidad de Washington, lanza algunas preguntas aún sin respuesta: “Si pudiéramos iluminar las nubes, ¿qué pasaría en el sistema climático? ¿habría cambios en los patrones de precipitación? ¿Afectaría a los ecosistemas del océano los cambios relacionados con la luz solar?”.
Todavía es pronto para saber si esta técnica servirá para frenar el cambio climático o si, por el contrario, no es lo suficientemente efectiva e incluso puede resultar demasiado arriesgada. Los propios investigadores reconocen que a día de hoy no se conoce lo suficiente como para abogar por su implementación y, por lo tanto, no la sugieren como una alternativa para reducir las emisiones. “Esperamos poder arrojar luz sobre su viabilidad como una herramienta para hacer que el planeta sea más seguro”, concluyen.
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