ISABEL RUBIO ARROYO | Tungsteno
Si por algo destaca la capa de ozono, es porque protege toda la vida en la Tierra. Esta especie de escudo invisible resguarda a los habitantes del planeta de la dañina radiación ultravioleta del sol, que puede provocar quemaduras y daños en la salud, además de otros efectos nocivos en animales, plantas e incluso microbios. Pero hay un problema: esta capa tiene un ‘agujero’ —una zona menos densa que deja pasar los rayos ultravioleta—. Aun así, un nuevo análisis de un grupo de expertos respaldado por Naciones Unidas resulta esperanzador. La prohibición de algunas sustancias químicas está contribuyendo lentamente al cierre de este agujero.
Las grandes amenazas para la capa de ozono
Para entender por qué se está cerrando este agujero, hay que tener en cuenta cómo se formó. La capa de ozono es una región de alta concentración de ozono en la estratosfera, de 15 a 35 kilómetros sobre la superficie de la Tierra, según explica el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP). A mediados de la década de 1970, los científicos se dieron cuenta de que sufría una amenaza por la acumulación de gases que contenían halógenos (cloro y bromo) en la atmósfera.
Estos productos químicos, que se conocen como sustancias que agotan la capa de ozono (SAO), se utilizaban en múltiples productos y aparatos que millones de personas usan en su día a día. Por ejemplo, en aires acondicionados, refrigeradores, latas de aerosol, inhaladores de pacientes con asma, limpiadores de aparatos electrónicos, espumas aislantes en casas y edificios, calderas de agua e incluso suelas de los zapatos.
Algunas sustancias químicas agotan la capa de ozono. Crédito: NASA Goddard.
El porqué de este agujero gigantesco
Una investigación publicada en la revista científica Nature en los años 80 alertó de que la concentración de ozono estratosférico sobre la Antártida estaba disminuyendo rápidamente. Esto es lo que se conoce como el agujero de la capa de ozono, que en el año 2000 llegó a alcanzar una superficie récord de 28,4 millones de kilómetros cuadrados, según la Agencia Europea de Medio Ambiente. O lo que es lo mismo, el equivalente a casi siete veces el territorio de la Unión Europea.
Pero, ¿cómo estaban destruyendo dichas sustancias químicas la capa de ozono? Cuando una molécula de clorofluorocarbono —la SAO más importante— llega a la estratosfera, finalmente absorbe la radiación ultravioleta, lo que hace que se descomponga y libere sus átomos de cloro. Así lo explica el UNEP, que destaca que un átomo de cloro “puede destruir hasta 100.000 moléculas de ozono”. “Demasiadas de estas reacciones de cloro y bromo alteran el delicado equilibrio químico que mantiene esta capa, lo que hace que el ozono se destruya más rápido de lo que se crea”, añade.
El agujero de la capa de ozono alcanzó una superficie récord de 28,4 millones de kilómetros cuadrados en el año 2000.
El ambicioso desafío de proteger este escudo invisible
Para evitar que el agujero siguiera creciendo de forma descontrolada, en 1987 se firmó el Protocolo de Montreal. Este acuerdo mundial, que entró en vigor en 1989, decretó la eliminación de 96 sustancias químicas que agotan la capa de ozono y trajo consigo cambios en los procesos de fabricación de múltiples productos. Si en 1989 se consumieron más de 800.000 toneladas de clorofluorocarbono , en 2014 esta cifra ya había descendido a 156 toneladas, según el Foro Económico Mundial. A día de hoy, el UNEP destaca que el 99% de las sustancias que agotan la capa de ozono que están controladas por el Protocolo de Montreal se han eliminado.
Algo que ha dado lugar a una lenta recuperación de la capa de ozono. A finales de 2022 el agujero tenía un área promedio de 23,2 millones de kilómetros cuadrados, frente a los 23,3 millones del año anterior y muy por debajo de los 27,5 millones alcanzados en septiembre de 2006 cuando el área promedio del agujero alcanzó su punto máximo, según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos. La Agencia Espacial Europea (ESA) explica que las grandes fluctuaciones en los vórtices polares y las temperaturas de la estratosfera hacen que los agujeros de la capa de ozono varíen en tamaño.
La prohibición de varias sustancias químicas contribuye al cierre del agujero de la capa de ozono. Crédito: BBC News.
La acción política y el cambio climático
“Hoy, el agujero de ozono se está recuperando gracias a una clara acción política. Este ejemplo servirá de inspiración para el cambio climático”, afirma Josef Aschbacher, director de Programas de Observación de la Tierra de la ESA. No obstante, mientras que se han dejado de producir las sustancias que destruyen la capa de ozono, cada vez se emiten más gases de efecto invernadero.
Sin el Protocolo de Montreal, el agotamiento de la capa de ozono se hubiera seguido extendiendo por todo el planeta. Algo que podría haber afectado a la salud de los habitantes del planeta, como señala el UNEP. Por ejemplo, según el organismo, un modelo global sugiere que en 2030 la implementación exitosa de este acuerdo prevendrá alrededor de dos millones de cánceres de piel cada año.
Si los esfuerzos siguen cumpliéndose, el UNEP vaticina que la capa de ozono se recuperará durante este siglo: “Si se mantienen las políticas actuales, se espera que la capa de ozono recupere los valores de 1980 (antes de la conformación del agujero de ozono) aproximadamente en 2066 en la Antártida, en 2045 en el Ártico y en 2040 en el resto del mundo”.
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