ISABEL RUBIO ARROYO | Tungsteno
La construcción de la primera isla energética artificial del mundo parece estar a punto de comenzar. A finales de 2023, el operador belga de sistemas de transmisión Elia anunció haber recibido el permiso medioambiental para poner en marcha el proyecto.
La isla en cuestión, llamada Isla Princesa Isabel, será un hub energético a 45 kilómetros de la costa belga que conectará nuevos parques eólicos marinos y la red eléctrica terrestre de Bélgica.
Convertir los mares en las “centrales eléctricas del futuro”
En diciembre de 2022, el Gobierno federal belga otorgó a este proyecto 99,7 millones de euros del Fondo de Recuperación y Resiliencia de la Unión Europea. La compañía Elia, impulsora de la iniciativa, asegura que la construcción empezará a principios de este año y durará hasta agosto de 2026. La isla estará hecha de arena y rodeada por un perímetro exterior de cajones de hormigón. Su superficie sobre la línea de flotación abarcará seis hectáreas, y su superficie total en el fondo marino se extenderá hasta un máximo de 25 hectáreas (el equivalente a 37,5 campos de fútbol).
La isla estará situada en el Mar del Norte y permitirá a Bélgica acceder a la energía producida por los parques eólicos marinos cercanos, además de comercializar energía renovable con otros países y aumentar la interconexión de Europa. Los mares de Europa “se están convirtiendo en las centrales eléctricas del futuro”, según asegura Nicolas Beck, jefe de relaciones comunitarias de Elia.
La isla conectará nuevos parques eólicos a la red eléctrica terrestre de Bélgica. Crédito: Elia.
El impacto de la isla en la salud del Mar del Norte
La construcción de una isla artificial puede tener un impacto significativo en la vida marina. Todo depende de varios factores como la ubicación geográfica, el tamaño de la isla o los métodos de construcción utilizados. Además de que puede implicar la destrucción del ecosistema marino y afectar a las poblaciones de peces y otras especies marinas que dependen de ese hábitat para su supervivencia, puede afectar el flujo natural de agua y las corrientes marinas.
Las autoridades belgas han reconocido que los nuevos planes de construcción e instalación no pueden darse el lujo de ignorar la vida marina, tanto por encima como por debajo del agua. Elia es consciente de ello y asegura haber optado por “un diseño inclusivo de la naturaleza” que buscará proteger e incluso aumentar la biodiversidad de la zona. "Queremos minimizar los efectos perturbadores que la isla tendrá en el medio marino circundante, al mismo tiempo que incorporamos un valor ecológico y medioambiental real a nuestro proyecto”, afirman desde la compañía.
Para ello, han tomado algunas medidas. “Las repisas unidas a las paredes exteriores contra tormentas proporcionarán un lugar para que la gaviota de patas negras, una especie de ave vulnerable, descanse y se reproduzca”, afirma la empresa, que aspira a crear un arrecife artificial rico y diverso debajo de la línea de flotación.
Por ejemplo, instalará dos paneles de relieve en cada una de las cuatro esquinas de la isla. Estos paneles proporcionarán una estructura tridimensional a la que podrán adherirse organismos marinos más pequeños, “creando un microhábitat para la vida marina”.
Elia ha recibido el permiso medioambiental necesario para construir la isla. Crédito: Elia.
Aún es pronto para saber con certeza cómo la construcción de esta isla artificial impactará en el hábitat marino y hasta qué punto se convertirá en un nodo crucial para la energía eólica marina en Bélgica y Europa. Elia, que tiene como objetivo conectar toda la capacidad de los nuevos parques eólicos a su red en el año 2030, presume de tener algo claro: “Sólo mediante el rápido y amplio desarrollo de la energía eólica marina Europa podrá alcanzar el objetivo de cero emisiones netas neto en 2050”.
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