ISABEL RUBIO ARROYO | Tungsteno
La precursora del wifi fue una mujer. También quien hizo posible que el hombre llegara a la Luna y quien supervisó la construcción del puente de Brooklyn. Tras analizar la vida y obra de cuatro ingenieras que hicieron historia y de arquitectas que rompieron los moldes, investigamos ahora grandes inventos que han sido creados por mujeres: del limpiaparabrisas a la nevera moderna pasando por las bengalas luminosas marítimas y las jeringas usadas con una sola mano.
Las bengalas luminosas marítimas
Cuando sólo tenía 16 años, Martha Jane Hunt Coston (1826 – 1904) se fugó con su pareja, Benjamin Franklin Coston, que era un joven inventor prometedor. En los años siguientes, Franklin perfeccionó algunos cohetes explosivos y creó un nuevo tipo de cebador para piezas de artillería. También desarrolló un gas basado en colofonia (una resina de coníferas) y empleado con mucho éxito en la iluminación comercial y doméstica —tanto en hoteles, como en faros, barcos de vapor, cabañas o iglesias—. La continua exposición a humos tóxicos hizo que Franklin falleciera en 1848, dejando a Coston viuda y con cuatro hijos pequeños.
Poco después de su muerte, la joven comenzó a revisar los papeles de su esposo. “Encontré un gran sobre que contenía papeles y un plan de señales hábilmente dibujado para ser utilizado en el mar, de noche, con el mismo propósito de comunicación que las banderas se utilizan durante el día”, cuenta la estadounidense en su autobiografía. Fue entonces cuando Coston se puso a estudiar y perfeccionar el proyecto de su esposo, que estaba en una etapa muy preliminar. El objetivo final era crear una bengala que, al explotar, diseminara llamaradas de varios colores en una determinada combinación que expresara un código de comunicación. Como la inventora carecía de formación técnica y científica, se vio obligada a hacerse pasar por un hombre y contactar con expertos en química y pirotecnia.
Durante mucho tiempo, las bengalas fueron difíciles de hacer y usar, las luces no duraban lo suficiente para ser detectadas de barco a barco o desde tierra y las carcasas no resistían las condiciones del mar. Pero, finalmente, Coston consiguió registrar una patente para este sistema de señales pirotécnicas nocturnas en varios países. Creó así un aparato capaz de emitir varias señales, cuyo código de comunicación era un “alfabeto” formado por diez números (del 0 al 9) y dos letras (P y A). Las luces podían verse a una distancia de unos 40 kilómetros. Estas bengalas fueron usadas durante la guerra de Secesión estadounidense —que duró de 1861 a 1865— y, más tarde, por el Servicio de Salvamento de los Estados Unidos. La inventora también vendió sus señales a marinas, cargadores y clubes náuticos de todo el mundo.
Martha Jane Hunt Coston creó un sistema de bengalas para comunicarse en el mar de noche. Crédito: Oficina Española de Patentes y Marcas / Wikimedia Commons.
Las jeringas que se pueden usar con una mano
Entre las mujeres más influyentes en el campo de la medicina, destaca Letitia Mumford Geer. Esta enfermera estadounidense patentó en 1899 la primera jeringa médica que podía utilizarse con una sóla mano. Este invento está compuesto por un cilindro, una varilla de pistón, un mango y una boquilla. Además, fue la primera jeringuilla que contenía partes de vidrio. El vástago del pistón tenía un mango en forma de U para facilitar el agarre y evitar que las manos se deslizaran al utilizarla.
“El operador debe insertar la boquilla en el recto y sostener el cilindro colocando los dedos de la misma mano en el brazo rígido del mango”, indica la patente. Una de las grandes ventajas de este invento es que tanto los médicos como los pacientes podían utilizarla por sí sólos: “El mango se puede colocar en una posición cercana al cilindro mientras se inyecta el medicamento con el uso de una mano, lo que permite al operador usar la jeringa sobre sí mismo sin la ayuda de un asistente”. Las jeringas modernas están inspiradas en la jeringa de Mumford, que era fácil de usar y barata y podía utilizarse para inyecciones rectales y fines similares.
Las jeringas anteriores al invento de Mumford tenían que usarse con dos manos. Crédito: Unsplash.
El limpiaparabrisas
En 1902 Mary Anderson visitó Nueva York. "Iba en un tranvía, estaba nevando y observó que el conductor tenía que salir y limpiar continuamente el parabrisas", cuenta a la Radio Nacional Pública (NPR, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos Sara-Scott Wingo, sobrina bisnieta de Anderson. Al ver que esto provocaba retrasos, se le ocurrió una posible solución: ¿podría una escobilla limpiar el cristal sin que el conductor saliera del tranvía? Así fue cómo nació el limpiaparabrisas.
La estadounidense volvió a Birmingham, hizo un boceto de su dispositivo, lo describió y solicitó una patente. En ella, explicaba que este aparato debía ser operado por una manija dentro del vestíbulo del automóvil y ser fácilmente removible, "no dejando nada que estropee la apariencia habitual del automóvil durante el buen tiempo", según indica la patente.
La inventora intentó convencer a algunas empresas para que fabricaran este dispositivo en los automóviles emergentes. Pero fracasó. “Lamentamos decir que no consideramos que tenga un valor comercial tal que justifique que emprendamos su venta”, afirmaba en una carta la compañía Dinning and Eckenstein. Hubo quienes incluso se burlaron del invento de Anderson, ya que consideraban que distraería al conductor y provocaría accidentes. Pese a ello, con el paso de los años los limpiaparabrisas se volvieron imprescindibles en todo tipo de vehículos y Anderson finalmente obtuvo algo de reconocimiento al ser incluida en 2011 en el Salón de la Fama de los Inventores de Estados Unidos.
Con el paso de los años, los limpiaparabrisas se volvieron imprescindibles en todo tipo de vehículos. Crédito: UntoldEdu / Youtube.
El primer refrigerador moderno
Mientras que los chinos cortaban y almacenaban hielo alrededor del año 1000 a. C., los egipcios y los indios aprendieron 500 años después a dejar las ollas de barro en el exterior durante las noches frías para hacer hielo. Si hoy en día parece impensable pensar en una casa sin nevera, no se puede hablar de uno de los electrodomésticos más utilizados del planeta sin mencionar a Florence Parpart. Esta estadounidense fue la creadora de la versión moderna del frigorífico en 1914.
Para mejorar la conservación de algunos alimentos, aprovechó que a principios del siglo XX la electricidad cada vez se usaba más en Estados Unidos. Aunque las hieleras ya eran un electrodoméstico de cocina común y había quienes habían intentado crear refrigeradores eléctricos sin mucho éxito, esta nueva tecnología era capaz de conservar y enfriar alimentos de manera mucho más efectiva. Con el tiempo, este tipo de refrigerador se volvió casi tan omnipresente en los hogares estadounidenses como la electricidad misma. Unos años antes, en 1900, Parpart también había registrado una patente por una máquina de limpieza de calles bastante mejorada, que acabó en varias ciudades de Estados Unidos.
A lo largo de la historia se han utilizado distintos métodos para mantener la comida y la bebida fría. Crédito: Adam Ragusea / Youtube.
Aparte de las bengalas luminosas marítimas, las jeringas de una sola mano, el limpiaparabrisas y el primer refrigerador moderno, hay muchos otros inventos liderados por mujeres. Es el caso de los cristales antirreflectantes, los pañales desechables, las conservas y el libro electrónico. Las dificultades para acceder a la educación y el rechazo social al que han sido sometidas durante siglos millones de mujeres no han impedido que se conviertan en artífices de grandes artilugios.
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