ISABEL RUBIO ARROYO | Tungsteno
El Castillo de Neuschwanstein, construido en Alemania por encargo del rey bávaro Luis II, inspiró a Walt Disney para construir el Castillo de la Bella Durmiente de Disneyland. Investigamos los misterios y cómo se levantaron los castillos y fortificaciones más famosos y curiosos del planeta: del Castillo Himeji, en Japón, a la ciudad fortificada Aït Ben Haddou, en Marruecos, que ha cobrado protagonismo con series como Juego de Tronos y películas llevadas a la gran pantalla.
El castillo que inspiró a Walt Disney
El Castillo de Neuschwanstein encarna el prototipo del "castillo medieval" por excelencia, según la Administración Bávara de Palacios, Jardines y Lagos estatales. Su primera piedra fue colocada el 5 de septiembre de 1869. Aunque Luis II —también conocido como el “rey loco”— quería que las obras avanzarán rápidamente, se trataba de un proyecto de gran envergadura, ya que levantar tal estructura sobre la montaña era complicado. Luis II solo tenía 24 años cuando se inició su construcción y comenzó a vivir en la primera zona terminada (Gateway Building) en 1873, pero este edificio palaciego alemán no fue completamente habitable hasta 1884.
“Decoradores de escena, arquitectos y artesanos se ocuparon de la realización de las precisas ideas del rey, cuyos ajustadísimos plazos sólo podían cumplirse, en parte, y trabajando a destajo día y noche”, explica el organismo. El estilo se fue transformando, según los deseos del rey Luis II de Baviera y basándose en los dibujos encargados por él mismo a Christian Jank. Pasó así de ser, “en un primer momento, un pequeño castillo de estilo Raubritter y de caballeros conquistadores con detalles del gótico tardío a uno ‘románico’ monumental”. Sus salas principales están decoradas con murales de escenas de las sagas germánicas y nórdicas sobre las que el compositor Richard Wagner había basado sus obras.
Este castillo, propio de un cuento de hadas y que en teoría inspiró a Walt Disney, es en la actualidad uno de los más visitados de Europa: recibe aproximadamente 1,4 millones de turistas al año. En su interior, cuenta con un patio amurallado, un jardín interior, chapiteles, torres e incluso una cueva artificial. Al estar en una zona montañosa, es necesario vigilar constantemente los movimientos en las zonas de los cimientos y las escarpadas laderas tienen que ser aseguradas. Además, las condiciones climáticas a veces dañan las fachadas de piedra caliza, algo que exige medidas de rehabilitación.
El Castillo de Neuschwanstein es una de las atracciones turísticas más famosas de Alemania. Crédito: DW Travel.
Una fortaleza japonesa casi inexpugnable
Conocido tanto por su belleza como por su ingenio defensivo, Himeji-jo es el mejor ejemplo de expresión arquitectónica de un castillo japonés de comienzos del siglo XVII, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Se le llama el castillo de la garza blanca por su parecido a este ave cuando alza el vuelo. Esta gigantesca fortaleza de madera, cuyos orígenes se remontan al siglo XIV y que ha experimentado varios trabajos de restauración, está situada sobre dos colinas. En total, ocupa 107 hectáreas y está compuesta por más de 80 edificios.
Entre las medidas defensivas, destacan pequeñas aberturas en algunas paredes que bordean caminos para atacar a los enemigos con agua hirviendo o proyectiles. Algunas puertas son estrechas para impedir el avance de grupos grandes y hay estructuras de madera que fueron recubiertas con yeso blanco para proteger el edificio y a sus ocupantes contra el fuego. Además, las torres de vigilancia están conectadas entre sí por pasajes serpenteantes con el objetivo de confundir a los enemigos invasores. Pese a todas estas medidas, el castillo nunca fue escenario de batalla. En la actualidad, es un reclamo turístico de la ciudad japonesa de Himeji, además de ser considerado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
El Castillo Himeji es conocido como el “castillo de la garza blanca” y destaca por sus medidas defensivas. Crédito: Sony.
Una ciudad de castillos de arena
De La Momia a Gladiator, Alejandro Magno, El Reino de los Cielos y Juego de Tronos. Son algunas de las películas y series cuyo escenario ha sido Aït Ben Haddou, una ciudad fortificada en la provincia marroquí de Ouarzazate que a primera vista difiere bastante del típico castillo europeo. Está situada junto al desierto y compuesta por muros y estructuras que datan del siglo XVII y están hechos de de tierra apisonada, adobe, ladrillos de arcilla y madera.
La UNESCO, que ha declarado Aït Ben Haddou Patrimonio de la Humanidad, la define como un ejemplo notable de la arquitectura del sur de Marruecos. En el interior de los muros defensivos, reforzados por torres angulares, se agolpan casas —algunas modestas y otras parecidas a pequeños castillos de arena—, edificios y áreas comunitarias. “Arquitectónicamente, las viviendas forman un conjunto compacto, cerrado y suspendido”, afirma la UNESCO. Las áreas comunitarias incluyen una mezquita, una plaza pública, áreas de trilla de grano fuera de las murallas, una fortificación y un desván en la parte superior del pueblo, dos cementerios (musulmán y judío) y un santuario.
Aït Ben Haddou aparece en películas y series populares como Juego de Tronos. Crédito: Wikimedia Commons.
Estos son sólo algunos de los castillos y fortificaciones más emblemáticos del mundo. Pero hay muchos más: del castillo de Hunyad, en Rumanía, donde en teoría estuvo preso durante varios años Vlad El Empalador, el personaje que inspiró la historia de Drácula, al alcázar de Segovia, en España, que empezó siendo un fuerte romano. También destacan en Reino Unido el Castillo de Windsor, una de las residencias de la familia real británica; en Francia el Castillo de Chenonceau, construido sobre el río; y en Eslovenia el Castillo de Predjama, construido en la entrada de una cueva.
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