ISABEL RUBIO ARROYO | Tungsteno
Cada año se generan en la Unión Europea más de 450 millones de toneladas de residuos de construcción y demolición. El 75% de ellos acaba en vertederos. El reciclaje de los materiales con los que se levantan la mayor parte de edificaciones del planeta se convierte no solo en una importante vía de reducir el impacto en el entorno, sino también en una forma de reducir costes. Analizamos los materiales más utilizados en función de su capacidad de reutilización.
Acero
El acero es un material indispensable en todo tipo de infraestructuras: desde viviendas a rascacielos como el Burj Khalifa, pasando por puentes como el Golden Gate o plataformas petroleras. Si por algo se caracteriza este material, es porque es 100% reciclable. Toda la chatarra puede reutilizarse una y otra vez para crear más acero. Este nuevo material “mantiene las propiedades inherentes del acero original y su calidad puede además mejorarse en el reciclaje”, según la Asociación Mundial del Acero: “Los productos de acero de hoy se convertirán en latas, trenes, puentes o edificios del mañana”. Una viga de este material puede reciclarse para fabricar exactamente la misma viga, la carrocería de un automóvil o la baranda de una acera, tal y como explica la empresa especializada en productos siderúrgicos Ferros Planes.
Los nuevos productos de acero contienen aproximadamente un 37% de acero reciclado. En el proceso de reciclaje, se usan imanes para separar los materiales. “Cuanto mayor sea el magnetismo inherente de un metal, más cantidad y más veces se puede reciclar y mayor es la conservación de sus propiedades”, sostienen desde Ferros Planes. No siempre resulta fácil dar una segunda vida a esta aleación. Los aceros al carbono y otras aleaciones con propiedades magnéticas son los más reciclables mientras que las características de algunos aceros inoxidables dificultan su reutilización.
En teoría, si se sigue produciendo este material, es porque no hay suficiente chatarra disponible para satisfacer la demanda. Muchas construcciones de acero están diseñadas para durar décadas o incluso siglos. Aún así, el acero es el material de construcción más reciclado del mundo, según la Asociación de Galvanizadores de Reino Unido. Solo el 1% de todo el acero que se fabrica se pierde en vertederos o se oxida. Reutilizarlo sirve, además de para ahorrar un 70% de energía, para disminuir el consumo de recursos vírgenes. Por ejemplo, al reciclar una tonelada de este material se pueden ahorrar 1.400 kilogramos de hierro, 740 kilogramos de carbón y 120 kilogramos de caliza.
Los nuevos productos de acero contienen aproximadamente un 37% de acero reciclado. Crédito: Unsplash.
Vidrio
La mayoría de los residuos de vidrio se producen en proyectos de demolición de estructuras o al sustituir puertas o ventanas de las construcciones. Aunque el vidrio de construcción es un material 100% reciclable, casi nunca se recicla al final de su vida útil en nuevos productos, según la asociación europea Glass for Europe. Sin embargo, a menudo se tritura junto con otros materiales de construcción y se deposita en vertederos. Dar una segunda vida al vidrio conlleva algunas complicaciones: su extracción, recuperación y transporte a los centros de recolección puede resultar costoso. Además, el vidrio plano puede estar roto y contaminado por otros materiales de construcción, lo que requeriría un tratamiento antes de reutilizarlo.
Reducir los residuos de vidrio que llegan a los vertederos supone, por lo tanto, un importante desafío ambiental. Una investigación publicada en la revista Construction and Building Materials indica que transformar de nuevo el vidrio en un material de construcción reduce el consumo de recursos naturales y minimiza las emisiones de gases de efecto invernadero.
A día de hoy, aunque no sea una práctica masiva, el vidrio reciclado se utiliza para construir suelos, pavimentos o productos decorativos. En toda la Unión Europea se podría evitar que acaben en los vertederos 925.000 toneladas de residuos de vidrio provenientes de la construcción, según un informe de la firma de ingeniería Arup. También se podrían ahorrar 1,23 millones de toneladas de materias primas primarias y las emisiones de carbono podrían reducirse en más de 230.000 toneladas anuales.
La extracción, recuperación y transporte del vidrio a los centros de recolección puede resultar costoso. Crédito: Unsplash.
Hormigón
El hormigón, presente en estructuras como el Panteón de Roma, es el material de construcción más utilizado en el mundo. Pero, debido a su fabricación, tiene un enorme impacto ambiental: los procesos que se utilizan para producir el cemento con el que después se crea el hormigón generan grandes emisiones de dióxido de carbono. Cada año se producen más de 4.000 millones de toneladas de cemento, lo que representa alrededor del 8% de las emisiones mundiales de CO2, según el informe Making Concrete Change.
Durante décadas investigadores de todo el mundo han buscado la forma de reciclar el hormigón. Tras la demolición de una construcción, es posible triturar este material en máquinas especiales para luego clasificar los fragmentos por tamaño. El método de reciclaje más eficaz consistiría en realizar la trituración en la propia obra. Así se consiguen reducir los costes de construcción y la contaminación que se generaría al transportar material a cualquier otro lugar. Es posible que algunos hormigones cuenten con sustancias contaminantes como pigmentos, sulfato de calcio, cloruros y aceites. En ese caso, podría ser recomendable evitar estos materiales como materia prima para evitar cualquier daño.
Aproximadamente el 60% del material triturado puede ser reciclado. Estos fragmentos sirven, por ejemplo, como base para crear asfalto y carreteras. El agregado también podría utilizarse para reemplazar la grava presente en el hormigón, un aspecto importante teniendo en cuenta las repercusiones ecológicas y socioeconómicas de los miles de millones de toneladas de arena y grava que se extraen anualmente para alimentar la industria mundial del hormigón. Aunque también es posible utilizar los áridos para crear nuevas estructuras de hormigón, al hacerlo es necesario añadir más cemento, arena y agua para garantizar una durabilidad adecuada.
Los fragmentos de hormigón reciclado sirven como base para crear asfalto y carreteras. Crédito: Unsplash.
Reducir la cantidad de materiales de construcción que se desechan en vertederos o se incineran resulta fundamental para lograr una economía circular. Perseguir este ambicioso objetivo puede, además de generar empleo en la industria del reciclaje, compensar el impacto ambiental asociado a la extracción y el consumo de recursos vírgenes y a la producción de nuevos materiales. Tal y como subraya la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, también sirve para reducir los costes y la huella de carbono asociada al transporte de estos productos. Dar una segunda vida al acero, el vidrio y el hormigón —y a otros materiales como la madera, el yeso o el plástico— resulta fundamental para avanzar hacia una construcción sostenible.
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