La puesta en marcha de infraestructuras y servicios en países en desarrollo no suele ser especialmente fácil para empresas o instituciones de fuera del país. Y su mantenimiento, tampoco.
Existen varios factores importantes a tener en cuenta a la hora de trabajar por el desarrollo económico, social y sanitario en un territorio determinado.
El primero, que exista estructura de cohesión social. “Debe existir una mínima estructura social y política con una jerarquía y códigos de conducta. La estructura política debe organizar los recursos, distribuirlos e impulsar una estrategia de desarrollo, estabilidad y visión de futuro”, explica Ignacio Calatayud, presidente de HumanCoop, una ONG que trabaja en la cooperación para el desarrollo en África. Su filosofía de trabajo aborda la salud comunitaria desde una estrategia One Health, según la cual busca equilibrar y optimizar de manera sostenible la salud de las personas, los animales y los ecosistemas a través de la formación del personal local y de la construcción de infraestructuras.
“La inestabilidad política, la corrupción y la inseguridad generan obstáculos que hacen difícil operar en un país”, explica Calatayud.
Por otro lado, debe existir una red de comunicaciones e infraestructura energética en torno a lugares donde hay reservas de agua y ciertos recursos fácilmente explotables. “La colaboración entre estados para que haya desarrollo en este sentido es un factor importante. También la colaboración entre diferentes instituciones, desde el más pequeño ayuntamiento hasta el Banco Mundial deben colaborar para favorecer la conservación de estas estructuras que atraigan la inversión en su país”, afirma el presidente de HumanCoop.
El tercer factor importante, la adaptación a la cultura local. ONGs como UPlanet sirven de conexión entre el conocimiento técnico, en este caso, ingeniería, y las autoridades locales y empresas de financiación. “Tenemos que adaptar nuestro conocimiento a la cultura local. Cuando una estructura occidental llega tiene que haber alguien con conocimiento local para saber si se puede establecer o no esa tecnología”, explica José Matías Fernández, presidente de UPlanet.
Los voluntarios que ayudan a organizaciones como HumanCoop o UPlanet son fundamentales para apoyar los proyectos de mantenimiento de plantas potabilizadoras de aguas, sistemas agrícolas autosostenibles, edificación de centros de salud, de colegios, etc. Pero, sin un capital humano cualificado local, esas infraestructuras o servicios entrarán en decadencia.
Recientemente, voluntarios de la Fundación Sacyr, principalmente ingenieros, han acudido a un proyecto de cooperación en Bir Mogrein (Mauritania, África) con el objetivo de ayudar a reparar la desaladora de esta población, fuente del agua potable de la comunidad, que se encontraba fuera de servicio, mejorar las instalaciones eléctricas de infraestructuras sanitarias e hídricas, desarrollar proyecto de saneamiento en uno de los centros educativos y poner en marcha una prueba piloto de riego por goteo con agua desalada, preparando así el futuro proyecto agrícola de la región.
Hospital Oncológico en construcción perteneciente a la Asociación Ithar en Nouackchott (Mauritania).
En este sentido, existe un hándicap importante a la hora de decidirse a trabajar por la prosperidad de infraestructuras en un país en desarrollo: la falta de recursos humanos que sepan manejar las tecnologías, materiales o técnicas de construcción o conservación. Por ello, es tan importante la formación del capital humano local de manera continua, y favorecer condiciones para que no exista fuga de cerebros.
La falta de cohesión de gobiernos en Occidente suele hacer de freno para la cooperación para el desarrollo en áreas básicas para la población como la salud, la alimentación o la industria en países subdesarrollados. “La globalización de ideas occidentales está en decadencia. Los Gobiernos están más cerrados a colaborar. La cooperación para el desarrollo y la ayuda humanitaria son dos caras de la misma moneda, pero no es lo mismo”, explica el presidente de HumanCoop. “Debemos ayudar a estos países, pero al mismo tiempo, sembrar. Si no siembras, el trabajo que has aportado en el presente, no servirá para el futuro. Será pan para hoy y hambre para mañana”, explica Calatayud.