Domingo Zarzo /
Director de Innovación y proyectos estratégicos de Sacyr Agua
La contaminación de las aguas supone un problema grave debido a que 800 millones de personas carecen de servicios básicos de agua y 2.200 millones no tienen un suministro seguro y accesible, y 3.600 millones de personas carecen de saneamiento.
Frente a los vertidos accidentales o puntuales de contaminantes en altas concentraciones, más preocupante aún es la contaminación difusa producida por miles de compuestos cuyos efectos son poco conocidos y que se encuentran muy extendidos en el medio ambiente en concentraciones muy bajas.
Muchas de estas sustancias son tóxicas o cancerígenas, se acumulan en las grasas de distintas especies, sedimentos marinos y de ríos y lagos (bioacumulación), se van incrementando a lo largo de la cadena trófica (biomagnificación) y pueden tardar muchos años en descomponerse (son persistentes).
Aunque la conciencia sobre el problema de la contaminación no es nueva, en la actualidad nos enfrentamos a algunos retos relativamente recientes (o al menos somos más conscientes de ellos); los micro y nanoplásticos, las superbacterias y los microorganismos resistentes a los antibióticos y los contaminantes de preocupación emergente (CPEs), que trataremos en más profundidad.
Los contaminantes de preocupación emergente son compuestos que se han detectado en las aguas recientemente (previamente desconocidos o no reconocidos como contaminantes) y sobre los cuales hay preocupación acerca de sus efectos sobre la salud y el medio ambiente, ya que no son bien conocidos.
Se trata de distintas familias de compuestos que incluyen medicamentos y productos farmacéuticos (¡pensemos en la cantidad de ibuprofeno o paracetamol que puede llegar al agua!), productos de cuidado personal, pesticidas, drogas de abuso (sí, se detecta por ejemplo cocaína en las aguas residuales), esteroides y hormonas, hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAHs), etc.
Últimamente también se está poniendo el foco en los PFAS (sustancias perfluoroalquiladas) que se usan en productos textiles y domésticos, lucha contra incendios, procesado de alimentos, construcción, industria, electrónica, etc. y que suelen encontrarse con más frecuencia en el agua, en pescados, frutas, huevos y productos derivados del huevo.
¿Y por qué nos preocupan? Porque…
Pueden acabar en las fuentes de agua potable y ser un peligro para la salud y el medioambiente
Algunos son cancerígenos
Algunos son disruptores hormonales
No hay regulación ni concentraciones máximas para su vertido en todos los casos, ya que ni siquiera hay una lista definitiva y esta sigue creciendo
Muchos son productos de consumo habitual (antibióticos, medicamentos diversos, hormonas, drogas de abuso, etc.)
La lista de compuestos puede ser casi infinita y su detección y tratamiento es caro
¿Cómo entran en el medio ambiente?
La mayor parte de estos compuestos se incorporan al medio ambiente y al agua desde las aguas residuales, los lixiviados de RSU, los drenajes agrícolas, residuos y vertidos industriales y la aplicación de lodos de depuradoras.
¿Cómo los analizamos?
Su análisis requiere de técnicas de concentración y extracción en fase sólida o líquida (ya que se encuentran a concentraciones muy bajas) y análisis por técnicas como la cromatografía líquida o de gases acoplada a espectrometría de masas (GM-MS / LC-MS) o ICP-Masas para compuestos inorgánicos y metales, por lo que se trata de análisis caros, lo que dificulta su determinación.
Por ello en la actualidad se están haciendo esfuerzos en hacer listas de compuestos que sean representativos y más frecuentes y sirvan de indicadores de la presencia de familias de compuestos sin tener que analizarlos todos individualmente.
Las concentraciones en que se encuentran en el agua pueden ser tan bajas como partes por millón o por trillón, lo que dificulta su análisis y el estudio de sus efectos sobre el medio ambiente o los organismos vivos. Para hacernos una idea de la pequeña magnitud de la que hablamos, un investigador español decía que era tan difícil analizar contaminantes a esas concentraciones como encontrar la gorra del capitán del Titanic dentro de su barco.
¿Y cómo podemos eliminarlos?
Aunque estas concentraciones tan bajas hacen difícil incluso su detección, contamos con una batería de tratamientos para su eliminación que incluyen procesos biológicos, de adsorción sobre carbón activo, procesos de oxidación avanzada o tratamientos de membrana como la ósmosis inversa. Cabe destacar que los procesos de adsorción o membranas no son destructivos y los que lo son pueden producir sustancias aún más tóxicas que las originales, lo cual representa otro problema adicional.
Además de estos contaminantes de preocupación emergente, se han utilizado en las legislaciones otras listas de contaminantes como la de sustancias peligrosas, las sustancias prioritarias y las sustancias peligrosas prioritarias, que incluyen plaguicidas, metales pesados, compuestos organoclorados, hidrocarburos aromáticos y otros.
Uno de los más conocidos de estos plaguicidas, el DDT, tuvo una historia de éxito y caída en desgracia, pasando de ser aplaudido por salvar miles de vidas en la Segunda Guerra Mundial e incluso a la concesión de un premio Nobel, hasta su prohibición total y aparición en todas las listas de contaminantes peligrosos.
Fuente: elaboración propia
¿Tenemos una regulación especial para estas sustancias en Europa?
Sí, ¡y además se trata de legislaciones muy recientes!
El Reglamento (UE) 2020/741 relativo a los requisitos mínimos para la reutilización del agua para agricultura contempla requerimientos adicionales sobre metales pesados, plaguicidas, productos farmacéuticos y otras sustancias de preocupación emergente entre los que se incluyen microcontaminantes y microplásticos.
La nueva regulación de aguas potables (Directiva 2020/2184) relativa a la calidad de las aguas destinadas al consumo humano también ha introducido una lista de observación para compuestos emergentes, productos farmacéuticos y microplásticos.
Igualmente la Comisión Europea aprobó en mayo de 2021 el Plan de Acción “Hacia una contaminación cero del aire, del agua y el suelo”, que entre otros objetivos para 2030 incluye los siguientes:
○ Mejorar la calidad del agua, reduciendo los residuos, los desechos plásticos en el mar (en un 50%) y los microplásticos liberados en el medio ambiente (en un 30%)
○ Mejorar la calidad del suelo, reduciendo las pérdidas de nutrientes y el uso de plaguicidas químicos en un 50%
¿Y Sacyr ha realizado alguna acción o investigación sobre contaminantes emergentes?
¡Desde luego!
Sacyr ha realizado varios proyectos de investigación relacionados con el estudio y eliminación de contaminantes emergentes, como un estudio realizado en la EDAR de La Franca (Asturias) donde se ensayó la eliminación de contaminantes emergentes en un filtro verde, con muy buenos resultados para algunos de los compuestos estudiados (por ejemplo se produjo una gran eliminación de cafeína).
En la actualidad, en el marco del proyecto Misiones-SOS-AGUA XXI financiado por CDTI con fondos Next Generation y liderado por Sacyr Agua, una de las líneas de investigación trata sobre el análisis y tratamiento de contaminantes de preocupación emergente en aguas residuales y lodos que vayan a ser utilizados en agricultura, así como su efecto sobre suelos y cultivos.
Igualmente, Sacyr diseñó y construyó hace unos años el tratamiento terciario para la EDAR de La Gavia, en Madrid, del Canal de Isabel II, que, con un caudal de diseño de 1,5 m3/s es una de las mayores instalaciones con oxidación avanzada (ozono/agua oxigenada/radiación ultravioleta) de España.
Para finalizar, recomendación.
Todos podemos hacer algo por nuestra parte, usando los medicamentos con prudencia y sólo cuando sean estrictamente necesarios, usando productos de cuidado personal que sean biodegradables y en la menor cantidad posible, usando plaguicidas ecológicos o que no dañen el medio ambiente y ¡nada de drogas!
En otra ocasión hablaremos de los micro y nanoplásticos, que merecen un capítulo aparte.